Phillipe
terminó de redactar las cartas que estaba escribiendo y decidió ir a ver a su
hija. En la mañana Sophie le había asegurado sentirse bien pero como no la
había visto en la tarde, quiso asegurarse. Llamó a la puerta de su habitación
pero no recibió respuesta, de modo que abrió con discreción previendo que
pudiese estar dormida, sin embargo su cama estaba vacía. Bajó de nuevo y pidió
al mayordomo que buscase a la doncella de su hija con la intención de
preguntarle a ella, pero el mayordomo le ahorró mayores esfuerzos informándole
que Sophie estaba en el jardín.
Esta
información agradó a Phillipe, porque si su hija estaba dando su acostumbrado
paseo por el jardín, significaba que realmente se sentía mejor. No obstante,
por más que la buscó no la halló, de modo que volvió dentro y preguntó al
hombre si estaba seguro de lo que le había dicho e igualmente envió por la
doncella. La joven le dijo lo mismo que le había dicho el mayordomo y Phillipe
comenzó a preocuparse, y como no tenía por costumbre quedarse de brazos
cruzados cuando deseaba algo, ordenó una búsqueda inmediata por todo el Chateau pero una hora después Sophie
seguía sin aparecer. Phillipe volvió al jardín en compañía de Maurice, aunque
el mismo había sido recorrido por los sirvientes sin ningún resultado y
mientras Phillipe lo hacía de nuevo, Maurice se dirigió a la caballeriza a
preguntar si su sobrina había mandado preparar algún carruaje. Allí el
palafrenero le dijo que no había visto a la señorita Saint-Claire desde hacía
dos noches, es decir la última vez que Sophie había salido con su padre. Cuando
Maurice iba de regreso, venía Phillipe con muy mala cara.
-
¿Qué sucede? -- y
su hermano levantó una nota
-
Arlingthon
-
¿Arlingthon? --
preguntó Maurice con extrañeza
-- ¿A qué te refieres exactamente? --
pero tuvo que correr tras él
-
¡Ensillen mi caballo! --
ordenó
-
Phillipe
-- lo detuvo Maurice --
Explícame…
-
Le he dado todas la oportunidades
concebibles, pero no pienso permitir que juegue con la reputación de mi
hija -- dijo furioso
-
Phillipe por favor… --
pero se limitó a darle un trozo de papel
Maurice
lo leyó y efectivamente era de Lord Arlingthon, pero Maurice no veía nada que
justificase ni de forma remota, las sospechas ni la ira de su hermano, y
conociéndolo decidió ir con él.
Kendall
había esperado que pasaran las primeras horas de la mañana para escribirle a
Sophie y aunque había pasado la mañana muy inquieto, la noche pasada había sido
mucho peor. Sin embargo, ese tiempo le había servido para reflexionar, sobre
todo en lo dicho por Dylan y ciertamente no había motivos para que desistiese.
Si bien era cierto que deseaba con todo su corazón que Sophie lo quisiese del
mismo modo que él la quería a ella, si no era así, al menos estaba
razonablemente seguro que sentía algún afecto por él y tal vez fuese suficiente
para ella y aceptase una propuesta de matrimonio basada en eso, que era mucho
más de lo que tenían otras damas. De
modo que había tomado la decisión de armarse de valor para plantearle esa
posibilidad y francamente esperaba que aceptase, porque se había imaginado por
un momento que ella dijese que no o que decidiese aceptar a otro, y la sola
idea de imaginarla en otros brazos lo hizo sentir enfermo.
Después
de mediodía le había enviado una nota, pero hacía más de una hora que el
mensajero había vuelto y ella no había respondido. De modo que no sabía qué
pensar, podía ser que siguiese indispuesta o que no quisiese contestarle y
ninguna de las dos opciones le producía tranquilidad. Estaba a punto de ir al Chateau Saint-Claire cuando Dylan lo detuvo.
-
¿Dónde vas a estas horas?
-
Necesito saber de Sophie
-
Escríbele o espera hasta esta noche, pero
no puedes presentarte allí sin invitación. Comprendes eso ¿no?
-
¡Ya le escribí y no contestó! --
dijo con desesperación -- Y no puedo esperar hasta esta noche para
saber.
Dylan
lo miró y sintió deseos de golpearlo. Kendall siempre había tenido tendencia al
drama, y el hecho de que se hubiese enamorado tan neciamente, no contribuía en
nada a mejorar ese aspecto de su personalidad. Sin embargo, se armó de
paciencia e intento hacer entrar en razón a su amigo.
-
Kendall, supongamos que entiendo tu
preocupación, pero piensa por un momento en lo que pensaría o haría
Saint-Claire, si te presentas en su casa de la forma que quieres hacerlo. Si
por lo menos ya hubieses conversado con él con respecto tus intenciones, o mejor aún, si hubieses
pedido la mano de Sophie, no estaría bien tampoco presentarse así, pero no
causarías mayor daño.
-
Dylan, tú no comprendes porque…
Pero
en ese momento el objeto de discusión estaba entrando cual vendaval y sin
esperar a ser anunciado.
-
¡Arlingthon! ¿Dónde está mi hija? -- le
gritó a Kendall sujetándolo por el frente de su traje y estampándolo contra la
pared.
Tanto
la actitud como la pregunta, hicieron que un frío desagradable recorriese la
espalda de Dylan. Algo estaba muy mal en todo aquello, pero primero debía
asegurarse de que Phillipe Saint-Claire
no matase a Kendall, porque las implicaciones de lo que acababa de decir el padre
de Sophie, lo habían hundido en un abismo de desesperación, tenía los ojos
desorbitados y con toda seguridad sería incapaz de responder o siquiera razonar
nada.
-
Milord por favor --
intentó Dylan -- le aseguro que su hija no está aquí.
-
¡No estoy hablando contigo Danworth!
Dylan
podía entender la posición del hombre como padre, pero la orgullosa sangre que
corría por sus venas hacía del todo imposible soportar que alguien lo tratase
de aquella manera, o le gritase en su propia casa.
-
Podría esforzarme en entender su
situación Saint-Claire, pero le recuerdo que está en mi propiedad, y si quiere
ser merecedor del trato que se le da a un invitado, le sugiero controlarse y
escuchar -- dijo en tono helado y cargado de toda la
arrogancia de sus apellidos
-
Phillipe por favor --
dijo Maurice intentando que soltase a Kendall
Phillipe
lo hizo pero no dejó de mirar con ira a Kendall que se había quedado en el
mismo sitio y con la mirada en algún punto del vacío.
-
Ahora
-- dijo Dylan --
Debo presumir por su pregunta, que su hija ha desparecido ¿estoy en lo correcto?
Phillipe
iba a hablar pero Maurice lo detuvo. A esas alturas sabía lo suficiente de los
Danworth como para estar seguro que molestar a cualquiera de ellos no era la
mejor política.
-
Así es Lord Danworth, mi sobrina está
desaparecida
-
¿Y puedo saber por qué razón suponen que
Lord Arlingthon está involucrado en su desaparición?
-
Encontramos una nota suya en el jardín y
fue el último lugar dónde fue vista
-- informó Maurice
-
¿Puedo ver esa nota? --
Maurice se la extrajo del bolsillo y se la mostró
Al
igual que Maurice, Dylan no encontró nada que sugiriese que Sophie podía estar
con Kendall, había sido redactada en un tono demasiado familiar quizá pero nada
más. Y estaba positivamente seguro que Kendall no tenía nada que ver con
aquello, aparte de no ser su estilo, era obvio que el pobre infeliz estaba en
estado de shock.
-
Lord Saint-Claire, de veras lamento mucho
todo esto, pero le doy mi palabra de que Lord Arlingthon no está involucrado en
lo que haya sucedido sea lo que sea que haya sido. Sin embargo, puede contar
usted con nuestra ayuda en la forma que la necesite
Phillipe
era un hombre impetuoso y orgulloso, pero tenía la virtud de saber reconocer
cuando se había equivocado.
-
Espero acepte mis disculpas Lord
Danworth -- le dijo
-- y también usted Lord Arlingthon.
Y ahora con su permiso necesito encontrar a mi hija.
Una
vez que los hombres abandonaron la estancia, Dylan se volvió hacia Kendall y ahora fue él quien lo sacudió.
-
¡Kendall!
-- le gritó mientras lo movía con
muy poca delicadeza -- ¡Maldita sea Kendall, reacciona! -- le
tomó aun un par de minutos hacerlo volver pero finalmente lo hizo
-
¡Sophie!
-
Sí, Sophie --
dijo Dylan -- Está desaparecida y no me sirves de nada si
no eres capaz de tener los sentidos alerta
-
¡Armagnac! --
escupió Kendall
-
Es posible, pero debemos comprobarlo
-
¡No necesito comprobar nada!
-
Sí, sí lo necesitas
Dylan
salió del salón y fue en busca de uno de sus sirvientes, le dio una orden y
regresó al salón, se sirvió una copa y se sentó.
-
¿Qué haces? --
preguntó Kendall con incredulidad
-- tenemos que encontrarla
-
Lo sé, pero te aseguro que no lo haremos
recorriendo las calles de París
-
¡Pero tampoco aquí sentados!
-
Kendall, cálmate y siéntate. Debemos
esperar
Aunque
Kendall estaba en total desacuerdo, conocía lo suficiente a Dylan como para
saber dos cosas. La primera, que esa calma solo era externa, porque su cerebro
iba a toda marcha. Y la segunda, que fuese lo que fuere que planeaba, si no
incluía salir de allí, no lo dejaría hacerlo aunque tuviese que emplear la
fuerza. Y a pesar de su desesperación por encontrar a Sophie, no le quedó más
alternativa qué esperar.
Sophie
comenzó a salir del letargo que sucede al sueño profundo o a la inconsciencia,
lo primero que registró su cerebro fue el silencio, y por un momento pensó que
se había despertado en medio de la noche, pero poco a poco sus sentidos fueron
percibiendo otras cosas. Estaba vestida no con ropa de cama sino con ropa de
día, de modo que comenzó por abrir los ojos, sin embargo y aunque parpadeó en
repetidas oportunidades, todo parecía en penumbra. Lentamente sus pupilas se
fueron dilatando hasta percibir una luz muy tenue que identificó como la de una
única vela situada a cierta distancia de donde se encontraba. Trató de
relajarse y concentrarse y de esta manera los recuerdos fueron volviendo. Lo
último que recordaba era haber estado paseando por el jardín de su casa, luego
recordó la nota de Kendall y su disposición a cambiar de actitud hacia él.
Recordó que iba hacia la casa con intención de contestar a su nota cuando… Se
incorporó de forma súbita y fue una muy mala idea, porque sintió que todo
comenzaba a girar a una velocidad vertiginosa y cayó hacia atrás de nuevo.
A
pesar de que su corazón latía desbocado intentó serenarse. Cuando cayó de nuevo
notó otra cosa y movió sus manos sobre la superficie, esto le dio la
información de que se encontraba sobre un lecho de paja. Hizo un nuevo esfuerzo
por ver a su alrededor pero la luz de la vela era tan escasa que resultaba casi
imposible. De modo que estiró los brazos hacia atrás y palpó la superficie de
la pared notando que era de madera, por lo que concluyó que debía encontrarse
en un establo, pero cómo y por qué había llegado hasta allí, era algo que no encontraba
una respuesta lógica en su cerebro.
Con
mayor precaución intentó incorporarse de nuevo y aunque sintió un leve mareo de
nuevo, en esta ocasión logró mantenerse sentada. Después de unos minutos
decidió ponerse de pie y aunque con cierta dificultad, lo consiguió también. Le
pareció escuchar un ruido y miró hacia donde estaba la vela, pero no logró
captar más que sombras. Con cuidado comenzó a desplazarse, no veía ni puertas
ni ventanas así que caminó hacia la única luz, pero antes de llegar escuchó
algo de nuevo, esta vez lo identificó como pasos y un momento después la
estancia se llenó de luz procedente de un lugar más allá de la mesa donde se
encontraba la vela.
Parpadeó
varias veces ya que la repentina cantidad de luz había herido sus ojos y cuando
los fijó en el lugar de procedencia de la misma, vio una figura recortada
contra un rectángulo que debía ser una puerta. La figura comenzó a avanzar,
pero delante de esta venía otra de menor estatura y portaba un enorme
candelabro con muchas velas. Cuando su visión mejoró, abrió desmesuradamente
los ojos.
-
La adorable señorita Saint-Claire.
Lamento la incomodidad pero eso va a cambiar en cuanto todo se solucione
El
hombre que le estaba hablando y para enorme asombro y confusión de Sophie, era el
Duque de Armagnac. Le dio la orden al sirviente que portaba el candelabro
dejarlo sobre la mesa donde hasta hacía un momento había estado la solitaria
vela y luego le ordenó retirarse.
-
Milord… -- comenzó ella pero fue detenida
-
En Francia no hay Lores mi querida
señorita, esos están en Inglaterra de donde no deberían salir --
dijo con desprecio -- De modo que intente llamarme Jean Pierre, de
esa forma se irá acostumbrando al sonido de mi nombre --
dijo con más suavidad
-
Señor
-- dijo ella de modo de no
molestarlo pero tampoco darle gusto
-- ¿Sería mucho pedir se me diese
una explicación para este trato?
-
Me disculpo nuevamente por eso, pero en
vista de mis infructuosos esfuerzos por acercarme a usted, me vi obligado a
recurrir a un medio menos convencional
-
¿Menos convencional? --
preguntó ella con incredulidad y comenzando a enfurecerse --
Disculpe pero tenía la impresión, al parecer errada, de que era usted un
caballero
-
Y lo soy sin duda alguna, pero eso no
anula mi condición de hombre, y de un hombre enamorado
-
¿Y le parece a usted ésta la forma más
apropiada de demostrar su hipotético amor?
-
Eso es más responsabilidad suya que mía,
ya que no me ha permitido demostrarlo de otra manera
-
Deseo volver a mi casa ahora mismo --
dijo ella de forma imperiosa
-
Mi querida señorita, ahora que tengo su
atención ¿no le parece muy cruel querer marcharse sin escucharme?
-
Usted perdió ese derecho desde el momento
en que me trajo a este lugar en la forma que lo hizo, de modo que quiero que me
lleve a mi casa en este momento -- y comenzó a caminar hacia la puerta pero él
le impidió avanzar más
-
No, no, no, creo que no nos estamos
entendiendo
-
¡Quíteme las manos de encima! --
siseó ella y él obedeció pero siguió impidiéndole el paso -- Mi
padre va a matarlo por esto
-
No lo creo -- dijo él con tranquilidad --
Verá, después que pase usted unos días en mi agradable compañía y le
aseguro que me esforzaré en que lo sea, me presentaré ante su padre y le
participaré de nuestra inminente boda, y a él no le quedará más alternativa que
dar su consentimiento, porque de lo contrario su reputación quedaría arruinada.
Sophie
no podía creer lo que estaba escuchando. Sin duda aquel era un individuo
apuesto, con una inmejorable posición dentro de la corte y ella estaba muy
consciente de que eran muchas las damas que habrían dado cualquier cosa por ser
la próxima duquesa. De modo que no podía entender y menos aún creer que se
estuviese comportando de aquella forma.
-
Fingiré que nada de esto sucedió si me
lleva en este momento junto a mi padre, y puedo asegurarle que haré todo cuanto
esté a mi alcance para que no tome ninguna represalia en su contra.
-
Me conmueve su preocupación por mi
bienestar pero como le dije, su padre estará agradecido de entregármela en
matrimonio -- insistió él
-
¡Es usted un hombre despreciable! --
pero aquello pareció causarle gracia porque se limitó a sonreír
-
Entiendo que esté algo sorprendida por el
método, pero si presta usted atención, notará que mis intenciones son
honorables, quiero hacerla mi esposa
-
Quiere obligarme a un matrimonio que le aseguro que yo no deseo y no veo
nada de honorable en ello -- el rostro de Jean Pierre se ensombreció pero
se recuperó de inmediato
-
No lo desea en este momento, pero ya
cambiará de opinión
-
Le puedo asegurar que no será así
-
Ha tenido un día difícil y debe
descansar -- le dijo
-- me gustaría poder llevarla a
un lugar mucho más cómodo, pero temo que aún no está preparada para ello.
Cuando decida mostrarse algo más razonable, podrá disfrutar de todas las
comodidades que yo me puedo permitir y por consiguiente ofrecer a mi futura
esposa.
-
¿Más razonable? ¿Qué clase de hombre es
usted?
-
Ya se lo dije pero puedo repetirlo tantas
veces como usted lo desee. Soy un hombre enamorado y que solo espera que usted
me permita demostrárselo de todas las maneras posibles y que pueda desear. Le
aseguro que recibirá el mismo trato que cualquier princesa de sangre real. Le
juro que no habrá nada que me pida y que yo no esté dispuesto a darle.
-
¿Está seguro?
-
Absolutamente
-
Entonces empiece por devolverme a mi
casa.
-
Me temo que eso no está dentro de los
límites de lo razonable.
-
No recuerdo que haya puesto límites
-
Es usted una dama inteligente, de modo
que sin duda comprenderá que todo lo que le ofrezco está sujeto a su aceptación
de ser mi esposa.
-
Creo que es necesario que comprenda que
eso nunca sucederá -- le dijo y la expresión de él adquirió una
dureza que no había tenido antes, pero Sophie decidió ignorar aquello --
Puede mantenerme aquí encerrada el tiempo que le plazca y eso no me hará
variar de opinión.
-
Y yo creo que no me ha entendido bien, o
no me he expresado con corrección. Después de varios días en mi compañía no
tendrá otra opción, y aunque me habría complacido mucho que fuese porque me
aprecia usted, no tendré objeción para hacerlo de otra forma
-
Hay algo que le conviene saber, mi padre
nunca consentirá en una boda que yo no desee y aunque me tenga aquí encerrada
por cualquier período de tiempo, y aunque como dice eso arruine mi reputación,
igual no estaré más cerca de aceptarlo de lo que estoy ahora. Y puedo
asegurarle además, que mi padre pondrá el mayor empeño en matarlo después.
-
Ya veremos señorita Saint-Claire, ya
veremos
Dicho
esto, hizo una ligera inclinación de cabeza y luego caminó hacia la puerta.
Sophie lo escuchó ordenar que le llevasen comida y algo de beber, y después
todo quedó en silencio. Sophie caminó hacia la improvisada cama, se sentó y en
ese momento fue cuando se permitió llorar.
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