Después que Phillipe se hizo
cargo de Sophie, Kendall se ocupó del traslado y la atención de Dylan. El chico
había despertado durante el traslado pero una vez que el médico examinó su
brazo y las quemaduras en su espalda, decidió que lo mejor era dormirlo para
atender la fractura.
-
¿Voy a perder el brazo? -- preguntó Dylan con total ausencia de emoción
mientras Kendall abría desmesuradamente los ojos
-
No milord, pero el procedimiento es doloroso y no hay necesidad de que lo
sufra
Dylan no hizo más preguntas y
se tomó lo que el hombre le dio. Una vez que estuvo profundamente dormido, el
médico comenzó a trabajar. Para buena fortuna de Dylan aquel sujeto era hábil
en lo que hacía y para su buena suerte también, para la fecha ya se había
erradicado la antigua costumbre de tratar las heridas de aquella naturaleza
volcando aceite hirviendo sobre la misma, que había sido el método comúnmente
utilizado para cauterizar y evitar las infecciones. Este individuo estaba
suficientemente versado en los estudios de Ambroise
Paré [1]
al respecto, de modo que procedió a la limpieza metódica de la herida y luego a
la reducción de la fractura.
A pesar de que la forma de
tratamiento era mucho menos espantosa de lo que fuera en el pasado, Kendall que
nunca había presenciado algo ni remotamente parecido, se sintió enfermo. El
médico le dio las instrucciones acerca del cuidado que debía tener Dylan y le
aseguró que todo había salido bien, así como que vendría en la noche a ver cómo
evolucionaba.
Dylan durmió todo ese día,
algo que Kendall encontraba afortunado, porque estaba seguro que aquello debía
doler horrores. Recordó su convalecencia luego del terrible accidente y
esperaba que la de Dylan no fuese tan traumática. El médico fue en la noche y
volvió a decirle que todo marchaba bien, no se había presentado fiebre y eso
era un buen síntoma. Esa noche también recibió la visita de Jacques, algo que
lo alegró mucho porque le trajo noticias de Sophie, y se interesó por el estado
de Dylan.
Un par de días después, Dylan
estaba bastante mejor considerando lo sucedido. Según él, el brazo le molestaba
poco y las quemaduras en la espalda comenzaban a sanar, pero lo obligaban a
permanecer sin camisa. De modo que cuando recibió el anuncio de que los
Saint-Claire estaban de visita, le dijo a Kendall que bajo ningún concepto
pensaba recibir a nadie en aquellas condiciones.
-
No puedes negarte si Saint-Claire pide verte, no sería cortés -- protestó Kendall
-
¡Oh sí, sí puedo! -- porfió él
-- Y tú harás exactamente lo que te
estoy diciendo
Kendall no discutió más con
él, primero porque sabía que sería inútil, Dylan era terco y obstinado y no
cambiaría de parecer, y segundo, porque estaba desesperado por ver a Sophie. De
modo que bajó a toda prisa con el corazón latiéndole con violencia. Durante los
dos días anteriores no había querido moverse de allí para no dejar a Dylan,
porque aunque el médico había dicho que estaba fuera de peligro, él no estaba
muy seguro de eso, así que no había
podido ver a Sophie y no sabía si ella aceptaría su propuesta de matrimonio.
Cuando llegó al Salón hizo su
mejor esfuerzo por aquietar su respiración, pero estaba seguro que el furioso
golpear de su corazón contra el pecho, podría oírse a cualquier distancia.
-
Lord Saint-Claire, señorita Saint-Claire
-- saludó con serenidad y
Phillipe avanzó hacia él con la mano extendida
-
Vaya hombre, me alegra ver que estás bien
-- lo saludó con la mayor
informalidad, pero Kendall solo tenía ojos para Sophie
Phillipe se había mantenido al
corriente de la salud de Dylan y sabía del mismo modo que Kendall no había
podido moverse de allí, por lo que le resultó sencillo deducir que el pobre
chico estaría muriendo de la ansiedad y siendo como era un hombre práctico,
decidió poner fin al sufrimiento de aquel sujeto.
-
Por la cara de tonto que tienes…
-
¡Padre! -- exclamó Sophie pero él la ignoró
-
… supongo que se mantiene la petición que me hiciste en el sentido de tu
deseo de contraer matrimonio con mi hija
-
Sí milord -- dijo él a toda prisa -- si
usted lo aprueba y ella…
Pero no pudo concluir, porque
Sophie prescindiendo de toda formalidad, corrió hacia él que en forma
automática y por demás deseada, la recibió en sus brazos.
-
¿Sophie, debo suponer que me harás el hombre más feliz del mundo haciéndome
el honor de aceptar convertirte de mi esposa?
-
Sí Kendall, acepto
Ciertamente Kendall no podía
estar más feliz y se moría por besarla, pero sabía que por muy liberal que
fuese Phillipe Saint-Claire, eso sería completamente inapropiado, y aunque a
Phillipe en realidad no le habría importado lo más mínimo, sabía que Kendall
era un caballero inglés y primero lo mataban antes de transgredir las más
correctas normas sociales y una vez que le había quitado el enorme peso de la
incertidumbre, se despertó su vena maligna y no pudo resistirse a fastidiarlo.
-
Ahora si tienes la amabilidad de dejar de intentar ahogar a mi hija -- dijo
y Kendall la soltó a toda velocidad haciendo que Phillipe casi se ahogara con
la risa, pero como era un maestro del disimulo continuó impertérrito -- ¿Podrías informarnos acerca de la salud de
Lord Danworth?
-
Está mucho mejor, el médico asegura que en pocos días ya podrá abandonar la
cama y las heridas… -- pero se detuvo ante la posible inconveniencia
de hablar de algo tan crudo en presencia de Sophie, pero ella estaba mirando a
Phillipe
-
Padre sé que no es lo más apropiado, pero en realidad me gustaría verlo
-
¿Kendall? -- dijo Phillipe
-
Sophie, en lo que a mí respecta no tendría ningún inconveniente, pero ya
conoces a Dylan -- se detuvo y miró a Phillipe ya que no estaba
al tanto de cuánto sabía él de su antigua relación
-
Descuida sé que son amigos desde que eran niños, Sophie me lo contó -- y
él respiró aliviado
-
Bien, entonces te repito Sophie…
-- pero ella tenía cara de
disgusto
-
¿Piensas que se negaría a recibirme?
-
De hecho…
-
Ese estúpido -- dijo con ira
-
¡Sophie! -- dijeron ambos, pero cuando la chica estaba
enfadada podía ponerse muy difícil
-
Si tú no tienes inconveniente y mi padre tampoco, ya puede él irse a…
-
Sophie cálmate -- la detuvo Phillipe -- si Lord Danworth no desea ser molestado, entonces es mejor dejarlo. Ya
tendremos oportunidad de agradecerle su colaboración en otra oportunidad.
Sin embargo, aquella
muchachita podía ser tan o más terca y obstinada que el sujeto que estaba
arriba, y tanto insistió hasta que Kendall claudicó y Phillipe pronosticó que
el pobre infeliz tendría un futuro muy difícil si comenzaba consintiendo tan rápidamente
cualquier petición de su hija. No
obstante, y como a él seguía pareciéndole inconveniente molestar
innecesariamente a alguien a quien estaba tan agradecido, se negó a
acompañarlos.
Kendall le dijo a Sophie que
esperara un momento mientras él entraba primero a la habitación de Dylan pero
ella se negó. De modo que él asomó la cabeza y luego la dejó pasar.
-
Estoy bien Kendall, no tienes que venir cada pocos minutos a verificarlo,
no estoy muriendo -- dijo Dylan sin levantar la vista del libro
que leía
-
Me alegra escuchar eso
Dylan elevó los ojos y fue muy
claro el mensaje en ellos, por lo que Kendall se preparó para tener muchos
problemas una vez que Sophie se hubiese marchado.
-
Kendall haz el favor de acercarme una camisa --
dijo en tono seco
-
Dylan no puedes…
-
Acércame la camisa -- dijo interrumpiéndolo y acentuando cada
sílaba
Kendall no discutió e hizo lo
que le pedía ayudándolo además a colocársela, algo nada sencillo, ya que
obviamente debido al entablillado del brazo no podía pasarlo por la manga y en
cuanto la tela tocó su espalda, Dylan palideció pero su expresión no varió en lo
absoluto.
Sophie había mantenido la
vista cuidadosamente por encima del cuello de Dylan, por lo que no pudo dejar
de notar la palidez repentina.
-
Dylan no es necesario…
-
Sí, sí lo es, ya que me veo obligado
a recibir a una dama, no puedo hacerlo a medio vestir, aunque tendrá que
disculpar que no me ponga de pie
-
Dylan por favor…
-
Parece que continuamente tengo que estar recodándole el adecuado
comportamiento que debe observar señorita Saint-Claire, y desde luego no es
apropiado que esté usted aquí, además de completamente innecesario.
Kendall no sabía cuál de los
dos tenía peor cara, pero de lo que sí estaba seguro era de que ambos estaban
furiosos. Y a decir verdad, aparte de furiosa Sophie estaba frustrada, solo
había querido verlo para agradecerle lo que había hecho y porque en realidad le
preocupaba su salud, pero aquel necio arrogante definitivamente se las arreglaba
para que hasta el más mínimo gesto de cortesía resultase insultante.
-
Creo que puedo decidir lo que es apropiado o necesario Lord Danworth -- dijo con ira
-
No quiero parecer pesimista pero creo que carece usted del adecuado sentido
de la propiedad -- dijo con una media sonrisa por demás
irritante
Siendo que Sophie tenía mucho
menos éxito para disimular su rabia y aquel sujeto era altamente eficaz para
provocarla, fue una suerte que se limitara a gritarlo y no lo agrediese con
algo más contundente que palabras.
-
Solo quería asegurarme que estaba bien y…
-
Para eso solo habría sido necesario que el que presumo su futuro esposo se
lo informase, y así ambos nos habríamos evitado el bochornoso momento --
Sophie tenía verdaderos deseos de golpearlo
-
Y aunque parce del todo inútil, también quería agradecer…
-
Lo acaba de decir señorita Saint-Claire, es algo del todo inútil
-
Eres… eres… un cretino arrogante Dylan Danworth y… ¡te odio! --
dicho esto se arrancó la cadena y se la lanzó, se dio la vuelta y salió
a toda prisa de la habitación con Kendall corriendo tras ella
Una vez solo, Dylan soltó el
aire junto con un gemido de dolor. Como pudo se sacó la camisa y sintió un
enorme alivio. Aquella condenada criatura tenía que hacerlo todo siempre más
difícil. Contempló la cadena y el dije, y después de un momento los guardó en
la gaveta de su veladora. Mucho rato después entró Kendall con cara de pocos amigos.
-
¿Puedes decirme por qué razón tenías que tratarla de modo tan desagradable?
-
¿Puedes decirme tú, qué parte de que no quería ver a nadie no entendiste?
-
Por favor Dylan, es Sophie, nuestra amiga
-- dijo comenzando a pasearse
como siempre que estaba nervioso o molesto
-- Solo quiso… ser amable.
-
No necesito su amabilidad
-
¿Sabes lo desagradable que puedes llegar a ser?
-
Mejor que tú
-
¡Demonios hombre! Cualquiera diría que la odias
-
No tengo por qué sentir nada por ella, pero si aceptas una sugerencia, haz
que tu futura esposa comience a comportarse como corresponde a una dama.
Kendall lo miró con
incredulidad y una cosa le quedó muy clara, los celos que había sentido en una
oportunidad con relación a su amigo no podían haber sido más injustificados,
porque si bien de niños habían desarrollado una amistad un tanto extraña,
ciertamente el afecto que Dylan pudiese haber llegado a sentir por ella,
parecía haberse extinguido.
Abandonó la habitación aun
molesto pero en cierta forma más tranquilo, Dylan no representaba un peligro.
Quince después, la prensa
parisina reseñaba el compromiso matrimonial entre Lord Arlingthon y Sophie Saint-Claire. Todo París parecía no tener otra
cosa de qué hablar, mientras que dos franceses estaban muy molestos con
aquello.
Uno era Louis Saint-Claire,
que veía con pésimos ojos aquel enlace. Había tenido esperanzas de que el Duque
de Armagnac lograse casarse con su
sobrina y aquello daba al traste con sus planes. Aquella estúpida criatura sin
duda era igual a la madre y el necio de su hermano se dejaba manipular por la
hija como lo hizo por la madre, pero algún día iba a pagar por eso.
El otro que estaba más allá de
la ira era el propio Jean Pierre. Desde el asunto del secuestro, se había
mantenido alejado de la corte y de las reuniones sociales, algo que a nadie
extrañó ya que en la última reunión a la que había asistido había anunciado su
intención de viajar. Sin embargo, no había abandonado Francia como todos creían,
sino que se recuperaba de sus heridas en el Castillo de Armagnac. Aquella estúpida mujerzuela no solo se había dado el
lujo de rechazarlo convirtiéndolo en el hazmerreír de toda Francia, sino que
encima lo había agredido, casi lo mata y ahora anunciaba su compromiso con el
soso de Arlingthon.
Jean Pierre consideró sus
opciones y ninguna le gustaba. Se había visto obligado a darle su palabra al
entrometido de Danworth de dejarla en paz, y aunque era más bien poco lo que
sabía de aquel sujeto, era claro que no solo tenía un apellido de peso sino
también los medios y el acceso a mucha información, de otro modo no entendía
cómo había podido dar con el paradero de Sophie Saint-Claire en un lapso de
tiempo tan breve. Y no solo eso, sino que además contaba con personal capaz de cualquier cosa según
lo que sus sirvientes le habían informado.
-
Buenos días -- la voz de André lo sacó de sus pensamientos
-
Serán buenos cuando pueda levantarme de esta cama --
contestó con acidez
-
Yo en tu lugar me mostraría un poco más agradecido de estar vivo
-
No digas estupideces
-
Veamos Jean Pierre, cometes la enorme necedad de secuestrar a la hija de
Phillipe Saint-Claire, un individuo que todos
sabemos la razón por la que fue exiliado. De entrada eso no habla muy bien de
tu buen juicio, porque tarde o temprano ese hombre te habría cortado el cuello
sin el menor remordimiento y a juzgar por lo sucedido, la criatura en cuestión
era capaz por sí misma de prescindir de
tu cabeza, de modo que en cualquier caso estabas destinado a morir a manos de
un Saint-Claire. De manera que no me parece una estupidez mostrar
agradecimiento por conservar la vida.
Pero al parecer Jean Pierre no
estaba prestándole mayor atención a su amigo, porque seguía pensando qué o cómo
hacer para impedir aquel matrimonio. André parecía saber exactamente lo que
estaba pasando por la mente de aquel soberano imbécil y la verdad era que no se
lo explicaba aún, convenía en que Sophie Saint- Claire era hermosa, muy
hermosa, pero Jean Pierre habría podido tener a casi cualquier mujer que se le
antojara, la mitad de las damas de París estaba más que dispuesta a otorgarle
sus favores pero él se había encaprichado con la única que podía y casi lo
consigue, hacerle perder la vida.
Ya a esas alturas André que
ciertamente no entendía de amor,
estaba seguro que era una cuestión más de orgullo que del mencionado amor,
suponiendo que en algún momento hubiese sido lo segundo, pero del mismo modo
sabía que su amigo insistiría hasta el final, había algo que preocupaba mucho a
André. Cuando le habían llevado el mensaje de que Jean Pierre había sufrido un accidente y se encontraba en Armagnac,
había partido a toda carrera, pero una vez que el mismo Jean Pierre le había
contado cómo habían estado las cosas, le provocó ahorcarlo y le reprochó en
todos los tonos su actitud infantil y suicida, aparte de su convicción de que ninguna mujer valía tanto como para
arriesgar tan neciamente la vida. No obstante, después de eso repasó
mentalmente la breve charla que Jean Pierre había sostenido con Danworth y de
acuerdo a lo que le había dicho, había dado su palabra de alejarse pero según
lo que estaba viendo, no tenía verdaderas intenciones de hacerlo y era lo que
preocupaba a André.
André sabía todo lo que había
que saber acerca de Phillipe Saint-Claire y de Kendall Arlingthon, ambos
sujetos que al igual que el mismo Jean Pierre eran mimados de la corte, pero
mientras Arlingthon solo era un noble cortesano poco peligroso, no era el caso
de Phillipe, porque aparte del enorme poder que tenía ese hombre, era también
sumamente peligroso especialmente para André por varios motivos. Y aunque
teóricamente Dylan Danworth no tenía nada que ver con la manzana de la discordia, obviamente por su amistad con Lord
Arlingthon se había visto involucrado en todo aquel horroroso asunto y había
quedado demostrado sin lugar a ninguna duda, que también podía resultar
altamente peligroso. Razones todas estas que hacían que André estuviese verdaderamente
preocupado por su amigo y reforzasen su idea de que las mujeres habían sido
creadas con el único fin de hacerles la vida miserable a los pobres desdichados
que cometían la necedad de enamorarse.
A un mes de los desafortunados
sucesos, Dylan se encontraba bastante mejor. Ya podía vestirse apropiadamente y
aunque evitaba los rayos solares, salía muy temprano en las mañanas a caminar
un rato, ya que aun no podía montar. El médico le había dicho que su brazo
tardaría en recuperarse alrededor de diez o doce semanas. De modo que aun le
quedaban aproximadamente dos meses de inmovilización. Sin embargo, eso no le
impedía caminar todas las mañanas aunque no se alejaba de su propiedad.
Una mañana al regresar de su
acostumbrado paseo, se encontró a Kendall en el Comedor.
-
¿Te caíste de la cama? -- pero luego de ver su expresión se tensó --
¿Qué ocurre?
-
Mis padres no están muy contentos con el asunto de la boda -- le
dijo y Dylan lo miró con extrañeza
Conocía bien a los padres de
Kendall y dudaba mucho que los antecedentes de la conducta de la madre de
Sophie fuesen tomados en consideración por ellos, de modo que debía obedecer a
otra cosa.
-
¿Tienen alguna objeción en cuanto a la novia? --
preguntó con cautela
-
No, no es por eso, pero Sophie quiere casarse aquí en París y ellos no
quieren viajar.
-
Bueno, tendrás que escoger entre ella y tus padres, y teniendo en cuenta
que no puedes prescindir de la presencia de la novia, asumo que serán tus
padres los que no asistan -- dijo con su habitual forma directa de decir
las cosas mientras abría la correspondencia
No obstante, y suponiendo que
Kendall hubiese pensado decir algo, notó que Dylan había mudado repentinamente
de expresión y acto seguido se puso de pie.
-
¿Qué? -- preguntó Kendall con preocupación
-
Debo partir para Italia de inmediato, mi padre está muy enfermo
-
¡Oh por Dios! -- exclamó Kendall poniéndose de pie también
pero tuvo que correr para alcanzar a su amigo
-- ¡Dylan espera!
-
¿Qué? -- preguntó el chico sin detenerse
-
¿Dónde vas? -- preguntó a su vez al ver se dirigía a la
puerta
-
Ya te lo dije, a Italia
-
Dylan… el equipaje, tus documentos…
-
¡Al demonio con eso, no necesito nada, solo caballos y nada más!
-
¡Dylan no puedes montar aún! -- exclamó deteniéndolo
-
¡Suéltame!
-
Dylan te entiendo, pero hagamos esto bien, si te vas de ese modo no
llegaras muy lejos, piensa un poco.
Aunque seguía teniendo una
expresión decidida, algo de luz pareció penetrar en su cerebro y supo que
Kendall tenía razón, de modo que cambió de dirección y fue al estudio. Kendall
lo ayudó a escribirle a su administrador y luego mandó a preparar un carruaje
que ofreciera cierta comodidad a Dylan. Una vez que todo estuvo listo, se
ofreció a ir con él pero Dylan declinó la oferta alegando que debía ocuparse de
su boda. Le dio un apresurado abrazo prometiendo mantenerlo informado y
asegurándole que se verían pronto. Sin embargo, no volverían a verse hasta casi
un año después.
[1] Ambroise Paré: Fue un cirujano francés, considerado el padre de la cirugía
moderna. Fue cirujano real de Enrique II, Francisco II, Carlos IX y Enrique III
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