La Dinastía

La Dinastía
Vidas Cruzadas es la primera entrega de la serie “La Dinastía” y cuenta la historia de los Saint-Claire en principio, una familia francesa cuyo hijo menor y por ciertas circunstancias es desterrado de su patria y decide establecerse en la Inglaterra de finales del siglo XVI. La historia de los Saint-Claire se verá estrechamente ligada a la de otras dos importantes familias inglesas, los Arlingthon y los Danworth, pero se verán envueltos en una serie de hechos que irán desde el amor y la amistad, hasta la mentira y la traición que desembocará en un complicado entramado de "Vidas Cruzadas" Safe Creative Código: 1211052633415

sábado, 31 de mayo de 2014

Cap. 22 Problemas…




La temporada seguía su curso de manera normal, Kendall y Sophie se encontraban en todas la reuniones a las que asistían pero esto no era en modo alguno producto de la causalidad, sino que se lo debían a Phillipe que había utilizado su considerable encanto y sus influencias para que los jóvenes caballeros ingleses fuesen invitados a las mismas reuniones a las que asistían los Saint-Claire. Pero mientras Kendall no faltaba a ninguna, Dylan con mucha frecuencia tenía alguna excusa para no ir.

Sin embargo, Kendall aún no había dado con el modo de encontrarse a solas con Sophie y esas concurridas reuniones evitaban que pudiesen hablar tanto y como él quería. Aun así, tuvo ocasión de contarle a retazos todo lo que había vivido desde que se habían visto por última vez, incluidos los detalles de su accidente y las muertes de su esposa y su hija.  Sophie se sintió realmente conmovida cuando se enteró que Kendall había llamado a su hija como ella. Al día siguiente de enterarse de eso, tuvo una larga conversación con su prima. 

-         ¿Y bien?  --  preguntó la mayor  --  Cuéntame qué está pasando con tu duque
-         No es duque, Madeleine  --  le reprochó Sophie
-         Vamos Sophie, es obvio que ese hombre está enamorado de ti, solo me pregunto cuándo le pedirá tu mano a tío Phillipe  --  pero lejos de alegrarse, vio que su prima comenzaba a llorar  --  ¡Sophie!  ¿Qué sucede?

Pero Sophie no contestaba y seguía llorando con desconsuelo. Madeleine pensó en muchas cosas, entre ellas que su prima hubiese descubierto que el Duque no era el hombre que ella creía, o bien…

-         ¡Oh por Dios, Sophie!  --  le dijo sacudiéndole los hombros  --  Mírame  --  a duras penas Sophie levantó la mirada  --  ¿Acaso te has enamorado del otro?

Pero la chica la miró con desconcierto, lo que en cierta forma tranquilizó a Madeleine, porque la verdad encontraba difícil que aquello fuese posible y no porque Dylan Danworth no fuese lo suficientemente atractivo, de hecho lo era y en forma exagerada, hecho que lo probaba la cantidad de damas que lo acechaban sin ninguna vergüenza, sino porque su prima y aquel sujeto parecían llevarse muy mal, de modo que se reprochó el haber pensado aquello. Mientras ella pensaba todo eso, Sophie había recuperado la calma.

-         ¿Qué es lo que te pone tan triste?  --  preguntó de nuevo  --  Creí haber entendido que este caballero contaba con tu aprobación. Y realmente estaba muy feliz por ti  --  le dijo  --  ¿Sabes cuántas mujeres tienen la oportunidad de conocer y enamorarse de un hombre antes de ser obligadas a casarse?
-         No es eso Madeleine, lo que sucede es que tengo miedo.

La chica no sabía qué esperaba que le dijera su prima, pero ciertamente el miedo no había sido una opción. De modo que la mente de Madeleine se puso de nuevo en funcionamiento, solo que estaba enfocando la situación desde el punto de vista equivocado. Madeleine supuso erróneamente que el temor de Sophie obedecía a que no teniendo una madre que le orientase, tal vez la atemorizaba el no saber qué esperar del matrimonio.

-         Sophie, el matrimonio no es…
-         Madeleine, no le temo al matrimonio, tengo miedo por lo que nos dijo la abuela Sarah.

La luz se hizo en el cerebro de Madeleine y pensó que su miedo estaba justificado, pero ella estaba trabajando en aquello y esperaba tener prontos resultados. Sin embargo, como aun no los tenía, decidió no darle falsas esperanza a su prima pero tampoco podía permitir que renunciara tontamente a la felicidad o que se diese por vencida antes de dar la pelea.

-         Sophie, no voy a cometer el error de no creer en lo que nos dijo, porque yo soy la prueba de ello, pero vamos a encontrar la solución, te lo prometo.

No obstante, aun después de aquella conversación y de haberse enterado de que Lord Arlingthon le había dado por nombre a su fallecida hija el de su prima, Madeleine estuvo más que segura que el duque amaba a Sophie, el problema era que ella le estaba enviando las señales equivocadas, porque de forma sutil pero decidida, Sophie había comenzado a evitar a Kendall.

Para quien tampoco estaba siendo la mejor de las temporadas era para el Duque de Armagnac. Inicialmente y luego de haber visto la cercanía de Lord Danworth con la familia Saint-Claire, se había dedicado a averiguar sobre aquel individuo. El problema había consistido en que se había encontrado con un muro de silencio infranqueable. Aquel sujeto parecía casi inexistente, se sabían generalidades como que había nacido en Livingstone, que viajaba mucho y que era poco sociable, pero no mucho más y en relación a lo último, era algo que había podido comprobar el mismo Armagnac en un par de ocasiones en las que coincidieron. De modo que sus esfuerzos en ese sentido fueron del todo inútiles.

Pero unas noches atrás, Jean Pierre había sufrido un ataque de ira y de no haber sido por la oportuna intervención de su amigo André, aquello lo habría conducido directamente a La Bastilla. En la reunión a la que había asistido, estaba Sophie Saint-Claire pero apenas había llegado cuando fue acaparada por otro maldito inglés. Jean Pierre se armó de paciencia, pero viendo que el individuo no parecía tener intenciones de apartarse de ella, decidió acercarse en cuanto terminó la danza, y para su desgracia escuchó a medias el dialogo que fue lo que desató su furia.

-         Sophie  --  la detuvo Kendall sujetando su brazo, primer asunto que enfureció a Jean Pierre  --  ¿No te gustaría volver a casa?
-         Estoy en casa Kendall
-         Sabes a lo que me refiero, ¿no extrañas Inglaterra?
-         Tal vez en algunas ocasiones pero soy francesa, de modo que…
-         Naciste en Francia pero creciste en Inglaterra, de manera que no tendría nada de extraño que quisieras volver.
-         Quizá algún día vuelva de visita, papá aún conserva sus propiedades allá.
-         Y no has considerado…
-         Buenas noches  --  los interrumpió una voz y por primera vez Sophie se alegró de ver a aquel individuo  --  señorita Saint-Claire  --  la saludó Jean Pierre
-         Milord  --  dijo ella y luego el duque miró a Kendall, de modo que Sophie se vio en la necesidad de hacer las presentaciones  --  Lord Arlingthon, le presento al Duque de Armagnac

Ambos hombres se hicieron una ligera inclinación de cabeza, pero no hubo entre ellos más protocolo social, al parecer les llevó solo unos pocos segundos declararse mutuamente antagonistas.

-         Señorita Saint-Claire, ¿me haría el honor de acompañarme en el próximo baile?
-         Lamento su posible decepción milord  --  dijo Kendall antes de que Sophie tuviese oportunidad de decir nada  --  pero la señorita Saint-Claire ya tiene comprometido ese baile, y si nos disculpa el Archiduque nos espera

Sophie apenas alcanzó a hacer una apresurada reverencia y casi fue arrastrada por Kendall. Jean Pierre reaccionó de la peor manera y apenas ellos dieron la espalda se llevó la mano al interior de su chaqueta, pero para su buena fortuna una mano detuvo el gesto.

-         No hagas estupideces Jean Pierre  --  escuchó la voz de André  --  estamos en un salón lleno de gente y ese individuo al que deseas cortar la garganta no es cualquiera, es Kendall Arlingthon, futuro Duque de Darnley.
-         ¡Suéltame!
-         No hagas un espectáculo, ya es suficientemente lastimoso que todo Paris sepa que has perdido la cabeza por esta señorita como para que ahora cometas la enorme necedad de matar a un súbdito de Isabel I en suelo francés.  

Mientras le decía todo esto, lo empujaba hacia la terraza. Y más allá, Sophie detuvo a Kendall antes de llegar a donde se encontraban Phillipe y Maurice.

-         Kendall ¿estás consciente de que acabas de ser groseramente desagradable con el duque?
-         De lo que estoy consciente, es de que no quiero que estés cerca de ese sujeto  --  dijo él en un tono que Sophie no le había escuchado antes
-         ¡Kendall!

Sophie estaba verdaderamente asombrada, si se hubiese tratado de Dylan no le habría extrañado, pero Kendall era un modelo de corrección social, de modo que aquel comportamiento era completamente ajeno a él. Sin embargo, a partir de aquel desafortunado incidente, en todas y cada una de las oportunidades en las que se encontraron, Kendall y Jean Pierre se dedicaron a molestarse mutuamente, e invariablemente cuando Kendall se encontraba en alguna reunión y el duque hacía acto de presencia, Kendall perdía su alegre sonrisa y su humor desmejoraba de forma notable.

Siendo que Dylan se había mantenido lo más alejado posible de los Saint-Claire y solo en raras ocasiones coincidían, en un principio no se enteró de nada, pero cuando el asunto pasó a ser del dominio público, lógicamente se preocupó y decidió plantear directamente el asunto, como era su costumbre.

-         Kendall  --  dijo durante el desayuno  --  ¿Piensas pedir en algún momento la mano de Sophie?   --  Kendall lo miró con cierto desconcierto que definitivamente Dylan no entendió, pero eso no evitó que continuase  --  Porque si es así, en tu lugar me apresuraría, y si no lo es, entonces te sugiero dejar a Armagnac en paz si no quieres terminar atravesado por su espada.
-         ¿Qué sucede contigo?  --  preguntó Kendall quien con solo escuchar el nombre de aquel individuo ya se le amargaba el ánimo  --  ¿Es necesario que menciones a ese desgraciado cuando ni siquiera he tomado café?
-         La pregunta es ¿qué sucede contigo?
-         Nada, estaba perfectamente bien hasta que…
-         No seas infantil Kendall  --  dijo Dylan con fastidio  --  Todo París sabe que Jean Pierre de Buoisson perdió su orgullosa cabeza por Sophie Saint-Claire, del mismo modo que todos saben que es un sujeto peligroso, del tipo que no lo piensa mucho para sacar a punta de espada a los individuos que tienen la mala idea de molestarlo. Y hasta donde sé, te has dedicado a hacerlo de forma tal que ya todos dicen que el deporte favorito de Lord Arlingthon es despreciar el mejor brandy francés*

Pero para su sorpresa, el enfado parecía habérsele pasado a Kendall y estaba riendo

-         Me alegra que te parezca graciosa la posibilidad de perder tu estúpida cabeza
-         ¿Por qué habría de perderla?
-         ¿Cuánto tiempo crees que va a soportar el ególatra Duque esto?
-         No lo sé y no me importa, por mí puede irse al infierno

Dylan lo miró y consideró varias opciones, o Kendall era un loco suicida, algo bastante probable dada la forma en la que se estaba comportando, por lo que lo mejor que podía hacer por él era golpearlo y meterlo en un barco rumbo a Inglaterra; o bien no tenía cerebro, algo  que estaba bastante seguro que  no era así.

-         Suponiendo que él no te envíe a ti primero  --  le dijo mirándolo con atención  --  ¿Puedes decirme la razón por la que te comportas de este modo? Convengo en que no es la persona más agradable del mundo y nadie podría estar menos interesado que yo en su amistad, pero de ahí a ir neciamente a fastidiarlo solo porque sí, hay mucha diferencia.

Sin embargo, Kendall parecía decidido a guardar obstinado silencio. Pero si Kendall era obstinado, Dylan lo era diez veces más, de modo que se dedicó a hostigarlo durante todo ese día hasta que finalmente su amigo explotó.

-         ¡Maldita sea, Dylan!  ¡Déjame en paz!  ¡Si tanto te preocupa ese desgraciado, entonces ve y adviértele que deje a Sophie en paz!

En ese momento Dylan se maldijo a sí mismo y pensó que era un soberano idiota por no haberse dado cuenta de lo obvio.

-         ¡Kendall Arlingthon, estás celoso!  --  y rió con malignidad  --  Pues déjame decirte que eres el mayor de los imbéciles, porque puedes resolver este asunto de forma rápida y la verdad eso solo hace que me siga preguntando por qué demonios no has hablado con Saint-Claire  --  y aunque parecía bastante reacio, Kendall terminó por claudicar
-         Iba a hacerlo, pero no estoy muy seguro que a  Sophie… le interese. Al principio pensé que sí, pero últimamente…  --  y dejó la frase inconclusa
-         Déjame ver si entendí, no has hablado con Phillipe Saint-Claire porque Sophie no parece interesada en ti ¿es eso?  --  y él asintió  --  ¿Y puedes decirme desde cuándo importa lo que la dama en cuestión opine? Simplemente la pides, te casas y te largas a casa con tu nueva esposa.
-         En este caso importa, e importa por varias razones  --  dijo Kendall  --  la primera porque no la quiero de ese modo, yo…  --  se detuvo al ver la mirada de incredulidad de Dylan  --  yo la amo Dylan, y Sophie no es la clase de mujer con la que puedes estar si no te ama, esa es la segunda razón, y la última es que aunque pudiese prescindir de lo anterior, Phillipe Saint-Claire nunca consentirá en un matrimonio que ella no desee.

Después de escucharlo, Dylan trató de superar la sorpresa y centrarse en el problema, y como de costumbre, en su opinión las cosas había que atacarlas de frente.

-         Supongamos que entiendo todo lo anterior  --  le dijo después de un momento  --  ¿Por qué simplemente no vas y se lo preguntas?
-         No seas bestia, Dylan  --  le dijo  --  No vas y le preguntas esa clase de cosas a una dama así nada más.
-         Bueno, tampoco es lo normal que cometas la idiotez de enamorarte, así que una compensa la otra  --  dijo en forma filosófica  --  En cualquier caso, es mejor que tomes una decisión o realmente Armagnac puede ponerse difícil

Y no tenían idea en ese momento, de cuánta razón le asistía a Dylan y lo muy difícil que podía resultar aquel individuo

Una mañana llegó Madeleine muy agitada y Marie se asustó, porque aunque su hija nunca había sido precisamente tranquila y parecía más hija de Phillipe que de Maurice, aún Marie se mortificaba.

-         ¿Todo está bien?
-         Sí madre  --  le dijo ella  --  solo necesito hablar con Sophie.
-         Aún no ha bajado pero…  --  su hija ya iba hacia las escaleras antes de que ella concluyese

Entró como un vendaval en la habitación y Sophie todavía se estaba vistiendo.

-         Déjanos solas por favor  --  le dijo a la doncella y Sophie la miró alarmada
-         ¿Estás bien?
-         Escúchame, necesito que me des una joya que…  --  pero se detuvo al ver el colgante que su prima nunca se quitaba  --  ¡Eso es!  --  exclamó
-         Madeleine no te…
-         Tengo la solución Sophie  --  dijo ella emocionada  --  pero necesito eso  --  le dijo señalando la joya y Sophie la miró con extrañeza
-         Vamos Sophie no he dormido en dos días, date prisa, dámelo  --  y como la chica no se movía y la miraba como si hubiese perdido el juicio, se dio cuenta que debía aclarar  --  Tengo al solución al problema del que nos habló la abuela Sarah, encontré la forma de protegerte, pero necesito una joya que uses con frecuencia y creo que esa  --  y volvió a señalar el colgante  --  es la ideal porque nunca he visto que te la quites.

Y era absolutamente cierto, desde que Dylan se la colocó aquel lejano día de su partida, nunca había abandonado su cuello. De modo que se la quitó con cierta reticencia.

-         No te preocupes te la devolveré mañana
-         ¿Madeleine, estás segura de lo que haces?
-         ¿No confías en mí?
-         Claro que sí, pero la abuela parecía muy segura
-         Por supuesto que lo estaba, no estoy diciendo que no tuviese razón, lo que hago es modificar un poco las cosas  --  y le guiñó un ojo

Aquel día Sophie casi no abandonó su habitación y hacia el final de la tarde cuando su padre fue a verla, por primera en los tres años que llevaban en Francia, Sophie le dijo que no deseaba acompañarlo. Phillipe se preocupó y pensó que podía estar enferma y habló de traer a un médico, pero ella le aseguró que solo estaba algo indispuesta.

Y si Phillipe se había preocupado, Kendall casi enferma de verdad cuando él le dijo que Sophie estaba indispuesta. Dylan que últimamente procuraba acompañar a Kendall a todas la reuniones en previsión de lo que pudiese suceder con el desdichado Armagnac, miró a Phillipe con atención tratando de ver si ocultaba algo, ya que él también se había preocupado mucho al escuchar que Sophie no se sentía bien, pero no logró satisfacer su curiosidad.

A Jean Pierre tampoco le sentó nada bien la ausencia de Sophie, aunque en su caso la motivación era otra. Sin embargo, le alegró mucho que el estúpido inglés pareciese enfermo.

A la mañana siguiente, Madeleine tal y como había prometido le llevó su colgante de nuevo.

-         Como te dije, aquí está  --  le dijo entregándoselo  --  Ahora estarás protegida
-         ¿Me puedes decir qué hiciste?
-         Basándonos en lo que la abuela Sarah dijo, deduje que uno de los hombres que te ame intentará matarte.
-         Bueno, no dijo exactamente eso
-         No, pero si interpretamos correctamente lo que dijo, ya sabes  --  y repitió  --  “Un oscuro porvenir de odio, rencor, celos, venganza y muerte, unas manos manchadas con tu sangre”, creo que es fácil deducir eso. Y no me digas que no, porque eso es a lo que temes y la razón por la que tienes la pobre Lord Arlingthon al borde de la locura.
-         ¡Madeleine!  --  pero su prima se limitó a reír
-         Pero bueno, el asunto es que ahora estarás protegida, si temías que él pudiese matarte, no podrá

Aunque Sophie no estaba muy convencida de aquello le dio las gracias a su prima, pero aquel día no estaba destinado a terminar bien. Sophie se encontraba en el jardín cuando se acercó uno de los sirvientes y le entregó un sobre. Era una nota de Kendall diciéndole que esperaba que se sintiese mejor y que le hiciera saber si podía hacer algo por ella. Sophie sonrió y pensó que su prima tenía razón, pero al mismo tiempo, otro recuerdo menos agradable invadió su mente y estaba relacionado con Dylan. En la última conversación que habían mantenido, él se había mostrado críptico y desagradable.

-         Dígame algo señorita Saint-Claire  --  le dijo mientras ellas no podía escapar, ya que estaban sentados juntos  --  ¿Le parece divertido robar los corazones y la tranquilidad de los caballeros y conducirlos casi a la locura, para luego dejarlos de lado?

Sophie se había indignado tanto, que estuvo a punto de golpearlo como cuando eran niños, pero luego se recordó a sí misma que era Dylan y que de él se podía esperar eso y mucho más. Sin embargo, ese comentario sumado a los que había venido haciéndole Madeleine, la llevaron a pensar que era posible que tuviesen razón y había llegado la hora de dejar el miedo y tomar una decisión.

Con el propósito de cambiar su actitud hacia Kendall, comenzó a caminar hacia la casa, pero en ese momento sintió que alguien la sujetaba y su mundo se apagó.


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·        El Armagnac: es un brandy producto de la destilación del vino blanco, y debe su nombre a la región donde se produce, ubicada al sudoeste de Francia


viernes, 30 de mayo de 2014

Cap. 21 Juntos otra vez…



Jean Pierre de Buoisson, miembro importante de la corte francesa que a sus recién cumplidos veinticinco años y con la muerte de su padre acaecida en el último invierno, se acababa de convertir en el nuevo Duque de Armagnac. A pesar de la diferencia de edades, se disputaba el título del soltero más codiciado de Francia con Phillipe Saint-Claire, el hombre al que quería convertir en su suegro.

Jean Pierre habría podido escoger como esposa prácticamente a la mujer que se le antojase, y probablemente ésta habría estado muy feliz, pero se había empecinado justamente en la que aparentemente menos deseos tenía de contraer matrimonio. Inicialmente Jean Pierre había creído que el problema radicaba en Phillipe, y lo que lo había llevado a sustentar ésta creencia eran sus muy criticados amoríos con mujeres casadas. Esto no era nada nuevo ni extraordinariamente fuera de lo común, pero siendo quien era, parecía casi imposible que estas damas guardaran el esperado silencio acerca de sus relaciones.

Sin embargo, desde mediados de la temporada pasada Jean Pierre había optado por la misma saludable conducta de Phillipe suprimiendo sus escarceos amorosos con las respetables damas de la corte y los había circunscrito a las jóvenes que no esperaban otra cosa más que costosas joyas o propiedades y que sabían que de su discreción dependía su buena fortuna.

Pero a pesar de su buena conducta reciente, Jean Pierre seguía sin poder acercarse a Sophie Saint-Claire y aquello estaba convirtiendo su vida en un infierno. Unos meses antes de morir, su padre casi le había rogado que se olvidase de ella de momento,  asegurase el futuro de su apellido y luego emplease el método usual para hacerse con el favor de la esquiva señorita Saint-Claire pero Jean Pierre no lo quería de aquel modo, la quería para él de manera legal, así que ignoró la petición de su padre y el desdichado sujeto murió sin ver su más caro anhelo convertido en realidad.

Poco antes del inicio de la temporada, Jean Pierre se las había ingeniado para tener una reunión con el Archiduque y varias cosas le quedaron claras. La primera de ellas, que la oposición de Phillipe obedecía a los deseos de su hija. La segunda, que la desdichada relación de su difunto padre con el Cardenal Saint-Claire  que original y equivocadamente el anterior duque había supuesto sería la llave para acercarse a la familia, se había convertido en un pesado lastre del que debía deshacerse. Y la tercera, que cualquier hombre que quisiese para sí a Sophie Saint-Claire, debía por fuerza ganársela a ella y no a su padre.

De modo que en posesión de estos conocimientos, ideó los más diversos cursos de acción para hacerse con el interés de aquella damita, pero sus planes fallaban una y otra vez de manera inexplicable. Ya estaban a mitad de temporada y seguía sin poder conseguir nada de la obstinada joven, de modo que aquel día estaba del peor humor y fue su acompañante de turno quien pagó las consecuencias.

Fedra, la cortesana en cuestión, había cometido el error de interesarse más de la cuenta en su amante, algo que aunque no era práctica común, sucedía en ocasiones. Ella al igual que todo París, estaba al tanto del decidido empeño del Duque por la bellísima e inalcanzable señorita Saint-Claire, y esa tarde al notar su estado de abstracción no necesitó que nadie le dijese los motivos. De modo que soltó sus cabellos y enfundada en su transparente atavío, se acercó a él y le quitó la copa vacía de las manos.

-         ¿Tengo mucha competencia?  --  le preguntó con voz aterciopelada, pero él parecía no escucharla, algo que hirió el orgullo de la joven  --  Vamos Jean Pierre, estás conmigo deja de pensar en ella

No pudo haber escogido un peor día para ponerse celosa aquella criatura, porque Jean Pierre se puso de pie y la miró con sumo desprecio.

-         No te corresponde a ti decirme en qué o en quién debo pensar  --  le dijo con voz cortante

Para desgracia de aquella joven, carecía de la inteligencia de Susette por ejemplo, y en lugar de quedarse prudentemente callada, optó por decir lo menos adecuado en aquel momento.

-         Todos dicen que la señorita Saint-Claire pasó tanto tiempo en Inglaterra que se volvió tan fría como todos sus habitantes, y que lo más probable es que termine volviendo allá y casándose con algún inglés, así que por qué no la olvidas si me tienes a mí  --  dijo acercándose a él y colocando las manos en su pecho de la manera más suicida considerando lo que acababa de decir
-         Eres decididamente estúpida al pretender colocarla al mismo nivel que tú, ella es una dama, cosa que no puede decirse de ti, de modo que no vuelvas a mencionarla si no quieres comprobar lo difícil que puede volverse tu existencia  --  la empujó para alejarla de él, caminó hacia la mesa, tomó sus guantes y se dirigió a la puerta
-         ¿Te marchas?  --  preguntó ella sorprendida
-         Hasta para alguien con tan escaso entendimiento como tú, eso debería ser obvio  --  dijo sin volverse
-         ¿Volverás?
-         No mientras pueda evitarlo  --  y salió dando un portazo

Después de asimilar lo que acababa de suceder, Fedra se sentó y pensó que realmente lo había perdido, porque ciertamente ella no era muy brillante pero era mujer y podía reconocer cuando un hombre estaba enamorado, y Jean Pierre estaba definitiva y neciamente enamorado de aquella insulsa jovencita, y lo más triste era que ni él mismo lo sabía.

Jean Pierre había salido furioso de allí y jurándose no volver a ver a aquella necia mujer nunca más, había resultado apropiada durante un tiempo pero ya no despertaba ningún interés en él. De modo que apenas se subió a su carruaje, sus pensamientos volvieron a Sophie y a lo que había dicho Fedra. La pasada noche la había visto bailar con Lord Danworth, y aunque ella no se veía especialmente interesada, a Jean Pierre no se le escapó la admiración con la que aquel individuo la miraba, así como tampoco el hecho de que probablemente Phillipe Saint-Claire tenía buenas relaciones con él por la forma en la que los vio conversar. Sin embargo, los Saint-Claire se habían marchado muy temprano y él no había tenido tiempo para acercarse a Sophie y en su mente seguían martilleando las palabras de Fedra: “… terminará volviendo allá y casándose con un inglés”

-         Sobre mi cadáver  --  se dijo a sí mismo con ira

Y de forma más práctica, comenzó a idear la manera más rápida y eficaz de acercarse a Sophie, porque si algo no estaba dispuesto a permitir era que ningún desdichado inglés le hiciese sombra.

Habían pasado unos días desde el encuentro de Dylan con Sophie y por supuesto a la mañana siguiente Dylan había informado a Kendall de ello. A pesar de que Kendall era extraordinariamente hábil para disimular sus sentimientos y emociones, práctica que había maximizado a su paso por los salones, en esta ocasión no se molestó en hacerlo e interrogó a Dylan de todas las formas posibles y se exasperó ante la frialdad y la escasez de detalles aportados por su amigo.

Sin embargo, y a pesar de la emoción de Kendall, aún tuvo que esperar cerca de una semana para conseguir lo que más deseaba. Estaban desayunando y al mismo tiempo revisaban el correo,  Dylan estaba terminando de leer una carta de su padre donde Joseph le anunciaba su próximo viaje al continente cuando Kendall dio un salvaje grito de alegría. Dylan no necesitaba que nadie le dijese la razón, los Saint-Claire esperaban que si no tenían otro compromiso, los acompañaran aquella noche a una velada en el Chateau Saint-Claire. Por un momento Dylan sintió deseos de reír, porque ciertamente aunque Kendall hubiese tenido audiencia con el mismo rey, lo habría enviado todo al demonio por atender aquella tan esperada invitación.

Kendall pasó todo ese día en estado de excitación, no logró concentrarse en nada, ninguno de sus trajes le parecía apropiado y fastidió tanto a Dylan  que éste perdió la paciencia.

-         Pareces una debutante el día de su primer baile, haz el favor de comportarte como corresponde o terminaré por darte un buen golpe y ponerte a dormir hasta mañana  --  dijo a punto de hacerlo efectivamente

Pero como Kendall no le prestó mayor atención, decidió marcharse y no volvió hasta cercana la hora en la que debían salir.

-         ¿Dónde te habías metido?  --  le preguntó Kendall apenas entró  --  Ya es casi la hora y…
-         Falta casi una hora Kendall, así que déjame en paz  --  dijo con fastidio  --  ¿O es que piensas ir a abrir las puertas?

Dylan subió a sus habitaciones y se tiró en la cama, después de un rato se levantó y fue a bañarse. Cuando finalmente estuvo listo para salir, bajó con toda su calma característica y encontró a Kendall paseando con nerviosismo por el salón.

-         Bien, salgamos de esto  --  le dijo Dylan

Se subieron al carruaje y partieron, pero por alguna razón a Dylan no le entusiasmaba nada aquella velada y pensó con muy poco ánimo que habría preferido quedarse en su casa.

Fueron recibidos por un alegre Phillipe que se mostró realmente complacido de volver a ver a Kendall y se interesó mucho por su amigo, el padre de éste. Kendall fue presentado a Maurice, a su esposa y un poco después a la hija y el esposo de éstos, pero tuvo que esperar aproximadamente media hora para que Sophie hiciese su aparición.

Kendall estaba desplegando su habitual encanto con Madeleine y Marie, cuando Phillipe sonrió con amplitud.

-         ¡Ah, allí está Sophie!  --  dijo el hombre y tanto Kendall como Dylan se giraron
-         ¡Oh por Dios!  --   exclamó Kendall

No había podido evitar que la exclamación saliese de sus labios sin participación de su conciencia haciendo que Madeleine lo mirase con diversión, porque la expresión que tenía el pobre sujeto era la misma que ella imaginaba habría tenido alguien que acabase de ser golpeado con algo contundente y no se lo esperase. Y ciertamente Kendall acababa de ser inmisericordemente golpeado por la belleza de Sophie. Si bien era cierto que la imagen de la chica lo había perseguido durante los últimos tres años, la hermosa mujer a la que estaba viendo en aquel momento, superaba en mucho a la que habitaba en sus recuerdos.

Sophie bajaba en aquel momento por las escaleras ataviada con un precioso vestido azul que hacía juego con sus ojos, el cabello recogido dejando al descubierto la perfección de sus facciones, aunque unos rebeldes rizos insistían en escapar y daban al conjunto un aire fresco y juvenil. Phillipe se acercó al pie de las escaleras y ofreció el brazo a su hija, que al sonreírle pareció iluminar el lugar.

Otro que no estaba en mejores condiciones que Kendall era Dylan, aunque él parecía disimularlo mucho mejor, de modo que la única que lo notó fue Madeleine, que al ver la intensidad de aquellos ojos verdes, tuvo un mal presentimiento y recordó lo que había dicho su abuela aunque después desechó esa idea, aquellos hombres eran amigos y casi hermanos por lo que Sophie le había contado, de manera que eso no podía ser. Sin embargo, no dejó de vigilar atentamente a Dylan y pasó toda la noche intentando averiguar lo que había tras aquella máscara que tenía por rostro, y en donde lo único que parecía tener verdadera vida eran los ojos.

Madeleine estaba perfectamente al tanto de todo lo relacionado con aquellos dos caballeros, Sophie había encontrado en ella la hermana que no había tenido a pesar de tener cuatro, de modo que la había hecho partícipe de toda su historia en la que aquellos dos hombres tenían una participación destacada. Así como también, de lo que su prima sentía por Kendall Arlingthon, y por lo que estaba viendo a él no le era en modo alguno indiferente.

Sophie no recordaba haberse sentido tan nerviosa ni siquiera el día de su presentación, pero desde que su padre le había dicho que Lord Arlingthon asistiría a la reunión de aquella noche, su corazón no había dejado de latir en forma desacompasada durante todo el día. Madeleine le había recomendado prudencia y que recordase que habría muchas personas allí, de manera que le suplicaba que conservase las formas para no alterar a nadie, y por nadie, ambas sabían que se refería más a Marie que a Phillipe o a Maurice.

De modo que cuando Sophie llegó hasta donde estaban Dylan y Kendall, a pesar de que su corazón parecía a punto de salirse de su pecho, su apariencia era de perfecta serenidad.

-         Lord Arlingthon espero recuerde usted a mi hija  --  dijo Phillipe mientras ella hacía un recatada reverencia
-         Señorita Saint-Claire  --  dijo él extendiendo su mano y posando los labios sobre sus dedos

Aunque todo esto solo Dios sabe cómo lo había logrado, porque lo que en realidad quería era abrazarla.

-         Es un placer volver a verle milord  --  dijo ella y luego prestó atención a Dylan que se adelantaba a saludarla
-         Señorita Saint-Claire  --  dijo, y del mismo modo que Kendall se inclinó y rozó sus dedos con los labios
-         Milord  --  fue el frío saludo de ella, con lo que a Dylan le quedó claro que aún estaba molesta

Phillipe se disculpó ya que debían saludar al resto de los invitados.

-         Aunque me apena tener que dejarlos de momento, debemos cumplir con nuestras obligaciones como anfitriones  --  les dijo Phillipe  --  pero siéntanse en libertad de recorrer los salones y el jardín.
-         Gracias milord  --  dijo Dylan, porque Kendall parecía haber perdido la capacidad de comunicarse

Un rato después, estaban Dylan y Kendall en una especie de terraza y el segundo solo hablaba de lo hermosa que estaba Sophie.

-         ¿Es que eres ciego o qué?  --  le preguntó Kendall al notar la apatía de su amigo
-         Mi vista está perfectamente pero mi instinto de conservación también, algo que tú pareces haber perdido.
-         ¿De qué hablas?
-         Harías bien en disimular tu entusiasmo, o Phillipe Saint-Claire podría sentirse tentado a rebanarte el cuello y ambos sabemos que es extraordinariamente hábil para ello  --  le dijo Dylan

Entre tanto, el mencionado individuo estaba hablando con su hija.

-         ¿Por qué no vas a hablar un momento con tus amigos Sophie?
-         No los veo  --  dijo ella  --  y creo que aún no hemos saludado a todos
-         No te preocupes por eso linda  --  le dijo él  --  yo puedo hacerme cargo. En cuanto a ellos, acabo de verlos salir a la terraza

Ella le sonrió agradecida a su padre y se dirigió hacia allá. En cuanto Kendall la vio venir su corazón comenzó a saltar, mientras que Dylan buscaba una salida que no encontró. Una vez que Sophie estuvo fuera de la vista de los que estaban en el salón, corrió hacia Kendall que la recibió emocionado en sus brazos.

-         ¡Kendall, no sabes lo feliz que estoy de verte y lo mucho que te he echado de menos!  --  dijo ella con lágrimas emocionadas en los ojos
-         No más que yo Sophie, no más que yo  --  le dijo él mientras la estrechaba en sus brazos  --  ¿Dylan no vas a saludarla?  --  preguntó cuando se separaron
-         Si la memoria no me falla, creí haberlo hecho hace un momento.
-         Vamos Dylan, me refiero a un saludo real
-         Si por un saludo real te estás refiriendo a esta lacrimosa y sentimental exhibición, creo que puedo prescindir de ese trámite
-         No te esfuerces Kendall  --  le dijo ella  --  no necesito más saludos de este caballero
-         ¿Qué les sucede a ustedes dos? Somos amigos ¿no?  --  dijo mirándolos a ambos
-         La madurez  --  dijo ella acentuando la palabra  --  nos hace darnos cuenta que no todo lo que creíamos de niños es real y que muchos de nuestros amigos o bien han desaparecido, o nunca lo fueron.
-         Muy bien expresado señorita Saint-Claire, aunque no del todo exacto  --  dijo Dylan  --  ahora si me disculpan  --  e inclinando levemente la cabeza se marchó
-         Pero…  --  comenzó Kendall verdaderamente asombrado
-         Olvídate de él  --  le dijo Sophie y era algo muy fácil de hacer para Kendall teniéndola a su lado  --  Lamento mucho lo sucedido con tu esposa  --  le dijo ella y el rostro de Kendall se ensombreció brevemente

Estuvieron hablando un rato más hasta que Madeleine envió a uno de los sirvientes a buscarlos porque la cena iba a servirse.

-         Sophie  --  le dijo Kendall antes de entrar  --  me gustaría volver a verte ¿Crees que será posible?
-         Sin  duda nos encontraremos con frecuencia  --  dijo ella  --  Dy… Lord Danworth  --  se corrigió  --  dijo que se quedarían algún tiempo en Francia.
-         No me refiero a eso  --  le dijo él  --  quiero decir… tú y yo, sin nadie más.
-         Ya no somos niños Kendall, y aunque sí me gustaría poder verte, no creo que…
-         ¿Si encuentro la manera irías?  --  insistió él
-         Sí  --  dijo ella después de pensarlo un momento

Eso fue suficiente para que Kendall se sintiese el hombre más feliz de la tierra, y se juró encontrar la forma.

Sophie gimió internamente cuando se vio sentada al lado de Dylan a la hora de la cena, pero ya no podía hacerse nada y aunque trató de ignorarlo hablando con un anciano que estaba a su derecha, Dylan no era de la clase de hombre al que se podía ignorar.

-         A pesar de que es evidente que ha madurado usted, es igualmente obvio que aún necesita aprender algunas cosas señorita Saint-Claire.
-         Y supongo que lo haría a usted muy feliz convertirse en mi maestro Lord Danworth
-         Mis talentos no van en esa dirección, pero puedo darle algunos bien intencionados consejos  --  siguió él  --  Como por ejemplo, que su reputación podría verse seriamente afectada si se encuentra a solas con un caballero sin la adecuada compañía.
-         Siendo que no es usted mi padre, no veo por qué razón habría de preocuparle mi reputación  --  dijo con ira
-         Ya que a usted no parece preocuparle, a alguien debería interesarle
-         Pues no es usted el más indicado para ello

Durante toda la cena Dylan se dedicó a sermonearla por lo que al final de la misma Sophie estaba cercana a cometer un asesinato, mientras que Kendall aunque mantenía una animada conversación con las dos damas que se sentaban a su lado, no había dejado de mirar con insistencia a Sophie, algo que fue evidente para todos los presentes y Dylan pensó que si Kendall no se controlaba iba derecho al desastre, porque Phillipe Saint-Claire podía ser muchas cosas pero ciego no era una de ellas. Lo que Dylan no sabía, era que Phillipe estaba apostando muy alto a Kendall Arlingthon.