Cuando los Saint-Claire llegaron a casa,
Phillipe ordenó que Sophie fuese bañada, alimentada y metida en la cama, y una
vez que las doncellas le informaron que sus órdenes se habían cumplido, subió a
verla.
-
Padre
no estoy enferma -- protestó la niña -- ¿Por qué debo quedarme en la cama?
-
Porque
no quiero que enfermes -- le dijo él
-- estuviste toda lo noche
sometida a temperaturas muy bajas, de modo que te quedarás aquí hasta
asegurarnos que estás bien.
Aunque Sophie estaba en total desacuerdo
con su padre, y no era precisamente dócil, decidió no darle mortificaciones y
se quedó en la cama como se le había ordenado. Anne-Marie fue a verla al igual
que Cecile, pero Desiree ni se asomó por allí, y cuando Rachell lo hizo, fue
para mortificar a Sophie.
-
Definitivamente
eres más parecida a un animal salvaje que a una niña -- le
dijo --
además de que no tienes nada de juicio, mira que andar por ahí en medio
de una tormenta y pasar la noche sola en el bosque, es un milagro que…
-
No
estaba sola -- la interrumpió ella y Rachel la miró con
malicia
-
Claro,
supongo que tus “amigos” te hicieron compañía ¿no?
Rachel solía burlarse cruelmente cuando
Sophie se refería a sus amiguitos, por lo que la niña había aprendido
rápidamente a no referirse a ellos en presencia de sus hermanas.
-
Estaba
con Kendall y con Dylan.
Ahora Rachel abrió los ojos francamente
sorprendida, pero enseguida decidió que debía ser otro de los cuentos de su
hermana.
-
¿Ahora
le pones nombre a los conejos y demás bichos?
-- preguntó con maldad
-
No,
ellos son niños, como tú y como yo
- dijo Sophie muy molesta
-
¿Niños?
Rachel hizo un rápido inventario de los
chicos hijos de los sirvientes, y aunque se mantenía muy alejada de ellos, no
recordó ninguno de esos nombres.
-
¿Sabes
lo que le sucede a las personas que comienzan a creerse sus mentiras?
-
¡No
son mentiras! -- exclamó la niña con indignación --
Kendall es el hijo de Lord Arlingthon, y Dylan el de Lord Danworth
-
¿Cómo
has dicho?
-
Me
escuchaste perfectamente Rachell
Y ciertamente lo había hecho, pero sus
pensamientos iban a velocidades abismales. Casi inmediatamente cambió su
actitud hacia la niña.
-
Supongamos
que te creo -- dijo
-- ¿Cómo son ellos? -- y
la niña adoptó una expresión de extrañeza
-- Descríbelos --
Sophie lo pensó un momento antes de contestarle
-
Kendall
es rubio y Dylan moreno.
-
¿Eso
es todo? Que simple eres niña -- dijo Rachell con exasperación -- ¿No
podrías ser más específica? Estatura, color de ojos, apariencia… -- e
hizo un gesto con las manos que indicaba interrogación
-
Bueno,
Kendall tiene los ojos azules y es alto, pero Dylan lo es mucho más y tiene los
ojos verdes.
A Rachell se le dibujó una sonrisa en
los labios. A pesar de que no tenía trato con los sirvientes ni con sus hijos, había escuchado
a hablar a Rosie y a Alice, las doncellas del piso de arriba, y según ambas,
Lord Arlingthon era un chico muy guapo, pero según podía recordar, era un año
menor que ella. Mientras que Lord Danworth, futuro Duque de Livingstone, tenía
su misma edad y a pesar de que Kendall Arlingthon sería el futuro Duque de
Darnley, las posesiones de los Danworth eran mucho mayores, y pertenecerían
exclusivamente a su único hijo, mientras que Kendall tenía un molesto hermano.
Lo que restaba saber, era si el tal Dylan era tan apuesto como decían que era
Kendall, y aunque no fuese así, tenía sobradas ventajas que suplirían aquel
detalle, en opinión de Rachell.
Sophie era pequeña aún, pero algo en la
expresión de su hermana la hizo comprender que lo mejor que podía hacer era
guardar silencio. Pero Rachell no era de las que se daba por vencida tan
fácilmente.
-
¿Son
guapos?
-
A
mí no me lo parecen, creo que Tommy es más guapo --
dijo con descaro
-
¡Sophie!
¡Thomas es el hijo de un palafrenero!
-
¿Y
qué? Tú pediste mi opinión, y no creo que por el hecho de ser un sirviente, sea
menos guapo.
-
¡Ah!
¿Qué vas a saber tú?
-
Entonces
no me preguntes.
Rachell abandonó la habitación para
tranquilidad de Sophie, pero siguió dándole vueltas al
asunto, después de todo
una chica tenía que preocuparse por su futuro, pensó. Aún faltaban tres años
para su presentación en sociedad, pero si las cosas podían arreglarse antes,
mucho mejor.
A las chicas no se les permitía asistir
a bailes ni reuniones de ningún tipo antes de ser presentadas en sociedad, de
modo que no le serviría de mucho fastidiar a su padre para que invitase a los
Danworth a su casa. Así que tendría que idear otra forma para que Dylan
Danworth se enterase de su existencia, y si la tonta de su hermana lo había
conseguido de forma tan sencilla, con toda seguridad ella también lo lograría.
Al día siguiente y en vista de que
Sophie estaba bien, Phillipe le permitió salir de la cama. Lo primero que hizo
Sophie, fue ir a ver a su madre, pero eso le causó una gran tristeza, porque
Daphne había empeorado de nuevo. Pasó casi todo el día en la habitación de su
madre, solo bajó a comer y volvió. Sus hermanas también habían estado allí,
pero no se habían entretenido mucho, la que se quedó más tiempo fue Cecile,
pero finalmente también se marchó.
Ya era muy tarde cuando Phillipe le dijo
a la niña que fuese a descansar. Sophie se inclinó, y le dio un beso en la
frente a su madre.
-
Buenas
noches mamá -- Daphne apenas abrió brevemente los ojos y
trató de sonreír a su hija, la niña hizo lo mismo y luego marchó hacia la puerta --
Buenas noches padre -- se despidió
-
Que
descanses linda -- dijo él dándole un beso en la frente
La niña entró a su alcoba, se cambió, se
metió a la cama, y a los pocos minutos las lágrimas comenzaron a escaparse de
sus ojos porque sabía que acababa de despedirse de su madre para siempre. No
supo cuando se quedó dormida, pero le parecía que acababa de hacerlo cuando
escuchó murmullos a su alrededor.
-
Es
una pena, milord tan joven y ya viudo
-- decía una voz
-
Y
con cinco niñas que cuidar.
Sophie sintió un profundo dolor en su
corazón, porque aunque ya lo sabía, escucharlo era otro asunto. Fingió seguir
dormida porque no se veía capaz de enfrentar a nadie con aquella nueva
realidad, y mucho rato después que las doncellas abandonaran la habitación,
ella seguía con los ojos fuertemente cerrados. Y así permaneció hasta que
Phillipe entró y se acercó a la cama.
-
Sophie --
llamó con suavidad y aunque ella no quería abrir los ojos, finalmente
tuvo que hacerlo
Mientras había permanecido allí sola,
había pensado sensatamente por un lado, que no podía quedarse allí para
siempre, pero por el otro, que no tenía un motivo para levantarse. Sin embargo,
cuando abrió los ojos y vio los enrojecidos de su padre, supo que sí tenía un
motivo para continuar.
-
Linda…
-
Ya
lo sé padre -- dijo ella
y se abrazó a él -- Pero ya ella está descansando y no sufrirá
más.
Phillipe se sintió miserable, se suponía
que debía ser él quien estuviese consolando a su pequeña hija, y casi era lo
contrario.
Se hicieron los arreglos para el funeral
y la casa se llenó de gente. Pronto se convirtió en un desfile de hombres y
mujeres extraños casi todos, que les daban fríos besos y condolencias carentes
de verdadero sentimiento. Pero un personaje no esperado, fue el que mayor
impresión causó en las pequeñas Saint-Claire.
Era un individuo alto, de cabellos
negros, fríos ojos azules y vestimenta clerical. Sophie fue consciente de dos
cosas, la primera que aquel sujeto no era una buena persona aunque vistiese
ropas que lo identificaban con un oficio que era por definición, el paradigma
de la caridad, la compasión y el amor hacia el prójimo, sus ojos decían o más
bien gritaban, que no había nada que le importase menos que sus semejantes. Y
la segunda, que su padre no sentía ningún aprecio por él.
-
¿Qué
haces en mi casa Louis?
-
He
venido a presentar mis respetos a tu fallecida esposa.
-
No
seas hipócrita. Sé perfectamente la opinión que tenías de ella, así que
ahórrate el teatro.
-
No
voy a fingir que aprobaba su conducta, pero sigues siendo mi hermano.
-
¡Vete
al infierno!
La mirada ya de por sí muy fría de Louis
Saint-Claire, se endureció aún más. Sin embargo, el largo ejercicio en el arte
del fingimiento, lo hizo ocultar con maestría sus sentimientos. Las niñas no
habían escuchado el diálogo entre los hermanos, pero fue obvio para ellas la
mutua antipatía que se profesaban.
-
Quiero
que te vayas de mi casa ahora mismo.
-
Eso
no sería bien visto Phillipe. Eres mi hermano y tu esposa acaba de fallecer,
todo el mundo sabe que estoy en Inglaterra, de modo que como comprenderás, no
puedo hacer tal cosa.
-
Me
trae sin cuidado lo que la gente pueda pensar.
-
Sí,
recuerdo eso -- dijo Louis con sorna --
pero a diferencia de ti, a mí sí.
Pero aunque Phillipe tuviese mucho más
qué decir, tuvo que callar porque venían llegando los Arlingthon.
-
Lamentamos
mucho lo sucedido Phillipe -- dijo William estrechando su mano
-
Gracias.
-
Cualquier
cosa en la que podamos ser útiles Lord Saint- Claire, no dude en acudir a
nosotros -- dijo Brenda
-
Muchas
gracias mi Lady
Los dos niños estrecharon su mano, y
luego se vio forzado a presentar a su hermano.
-
Es
un placer conocerlo Su Eminencia, aunque lamento que sea en tan tristes
circunstancias -- dijo William, pero en su frío saludo se
notaba la total ausencia del mencionado placer
Aunque Louis había extendido su mano a
la espera de que besasen el anillo, ninguno de los Arlingthon lo hizo, y
después de los saludos pasaron al Salón.
-
Creo
que has venido al lugar equivocado si quieres recibir los inmerecidos honores a
los que estás acostumbrado -- dijo Phillipe con satisfacción
-
Una
de las virtudes que he cultivado es la paciencia hermano -- y
acercándose a su oído -- Esa estúpida mujerzuela no vivirá para
siempre.
Por supuesto, si aquella frase hubiese
sido escuchada por las personas equivocadas, Louis Cardenal Saint-Claire,
habría sido acusado inmediatamente de alta traición y condenado en forma
sumaria a ser decapitado. Lo que llevó a Phillipe a preguntarse qué demonios
hacía un cardenal de la Iglesia católica, en la anglicana Inglaterra. Porque
era un hecho que Isabel I no profesaba
ninguna simpatía a los católicos, entre otras cosas porque no olvidaba el
importante papel que habían jugado éstos al poner todas las trabas posibles
para legitimar el matrimonio de sus padres, ni que habían sido piezas clave
para que tanto su hermana María como ella, fuesen declaradas ilegítimas una vez
que Enrique VIII contrajo nuevas nupcias y naciera Eduardo. Así como tampoco
podría olvidar toda la conspiración en donde estuvo involucrada su prima María
Estuardo, y que finalmente le costó su cabeza, que estuvo orquestada igualmente
por ellos. Pero conociendo como conocía a su perverso hermano, Phillipe estaba
seguro que nada bueno sería lo que lo había llevado allí, y ciertamente no
quería enterarse.
-
Supongo
que aquella multicolor variedad de criaturas, son las que llamas hijas
¿no? --
dijo Louis, sacándolo de sus pensamientos
-
Son
“mis hijas” y te juro que si les dices algo desagradable, no tendrás tiempo
para arrepentirte -- siseó Phillipe
-
Eso
depende de lo que consideres desagradable.
-
Escúchame
bien Louis -- le dijo asiéndolo por un brazo -- Sea
lo que sea lo que te ha traído aquí, y que ciertamente no me interesa, te
sugiero mantenerte alejado de mi familia, porque te convendría recordar las
razones por las que abandoné mi país.
-
Hasta
donde sé, la principal razón será enterrada en breve --
dijo él de forma por demás inmisericorde
-
No,
la principal razón es que tengo habilidad para sacar de mi camino a los
individuos que me estorban, y sin duda tú calificas en ese renglón.
Dicho esto lo soltó, le dio la espalda y
se alejó para recibir a los Danworth que venían llegando en ese momento.
Las niñas habían estado observando con
diversos grados de interés al hombre que conversaba con su padre, hasta que
Anne-Marie ahogó un grito.
-
¿Qué
sucede? -- preguntó Cecile
-
Es
el tío Louis -- susurró la chica
Rachell prestó atención pero la verdad
no tenía demasiados recuerdos de él. Los Saint-Claire habían abandonado Francia
cuando Sophie tenía un año, y mientras vivieron allá, el hermano de su padre no
las visitó muy a menudo, ya que hasta donde sabían, vivía en España. De modo que
la que tenía algo más de recuerdos de él era Anne-Marie y tampoco era que
fuesen muchos. Vieron al sujeto aproximarse a ellas, y lo miraron con
curiosidad.
-
Señoritas --
saludó él, y ellas hicieron una ligera reverencia
Louis ni se molestó en extender su mano,
estaba más que seguro que su hermano no había criado a sus supuestas hijas con
las enseñanzas católicas, y sería mucho esperar que aquellas pequeñas salvajes
tuviesen ni la más mínima idea de cómo tratar a un dignatario eclesiástico. Sin
embargo, las miró con atención. Estaba bastante seguro de que al menos la mayor
era su sobrina, pero cuando paseó la vista por las demás, aunque hermosas
todas, estaba igualmente seguro de que ni una sola gota de sangre Saint-Claire
corría por sus venas. No obstante, cuando llegó frente a la menor, no pudo
evitar una exclamación.
-
¡Por
todos los cielos!
Las niñas lo miraron con extrañeza, e
incluso Anne-Marie examinó rápidamente la vestimenta de Sophie, ya que estaba
acostumbrada a que su hermana con su manía de andar jugando en el jardín,
siempre estuviese sucia o rompiese los vestidos, pero aquello era imposible
porque Sophie no se había movido de allí. Mientras tanto, Sophie había
mantenido su mirada fija en los fríos ojos azules que la miraban casi con
horror, y por alguna razón, aquello causó regocijo en la niña.
-
¿Sucede
algo malo? -- preguntó
Pero Louis nada dijo, sino que les dio
la espalda y se marchó apresuradamente. Mientras se alejaba iba pensado que
debía modificar sus pensamientos, porque sin duda alguna, aquel pequeño demonio
era una Saint-Claire.
Después de mucho rato las niñas se
dispersaron, ya estaban cansadas de estar de pie en aquel lugar, y la única que
se quedó en su sitio fue Anne-Marie.
Rachell y Desiree miraban con atención,
la primera a los Danworth, al menos las
dudas se habían despejado en cuanto a la apariencia del futuro Duque, y si
antes Rachell estaba decidida, ahora lo estaba mucho más. Mientras que Desiree
miraba a los Arlingthon, en su opinión Kendall Arlingthon parecía la representación
de un ángel. Sin embargo, tuvieron que suspender su indiscreta observación
cuando Lady Danworth se giró.
Cecile se había retirado a la
Biblioteca, se sentía cansada y deprimida, y para empeorar la situación, tenía
dificultad para respirar de nuevo. De modo que había decidido alejarse un rato
de la gente y sentarse allí.
Sophie, a quien Phillipe había pedido
expresamente que no saliese de la casa, fue a sentarse al pie de las escaleras.
Seguía preguntándose la razón por la que el hombre que Anne-Marie había dicho
que era su tío, le tuviese esa antipatía. Pero no encontrando un motivo,
decidió desecharlo.
-
Bueno,
yo no le he hecho nada -- dijo para sí misma
-
Hablar
solo no es una señal de cordura señorita Saint-Claire.
Levantó velozmente la cabeza, y se encontró
con los ojos de Dylan.
-
Hola
Dylan -- lo saludó
-
Lamento
lo de tu madre.
-
Gracias
Casi de inmediato apareció Kendall
también en compañía de su hermano menor.
-
Hola
Sophie -- luego del saludo le dio sus condolencias y
después presentó a su hermano -- Este es Arthur, mi hermano menor
-
Señorita
Saint-Claire -- saludó él formalmente y ella inclinó la
cabeza, pero notó que el menor de los Arlingthon parecía sentirse incómodo,
cosa que quedó en evidencia con su comentario posterior --
Creo que deberíamos volver con nuestros padres.
-
¿Por
qué? --
preguntó Kendall
-
Y
ciertamente yo no quiero volver con los míos
-- dijo Dylan
-
No
me parece apropiado que estemos aquí…
-- hizo una incómoda pausa y
luego agregó -- importunando a la señorita.
Kendall y Dylan entendieron de inmediato
la indirecta, a pesar de que ellos eran mayores que Arthur, el chico siempre
había mostrado el mayor apego a las normas del buen comportamiento social, y
sin duda que tres chicos estuviesen solos con una joven damita, por muy pequeña
que esta fuese, no sería bien visto. El único problema, era que a los dos
mayores los traía sin cuidado aquello, especialmente a Dylan. De modo que para
incordiar aún más a Arthur, se sentó en la escalera al lado de Sophie.
-
Veamos --
dijo mientras se aflojaba la corbata y quitaba el ultimo botón de su
camisa, que sentía que lo estaba ahogando
-- ¿Te incomoda nuestra compañía
señorita Saint-Claire?
-
No --
contestó ella con simpleza
-
¿Lo
ves? --
dijo Dylan mirando a Arthur
-- Si tantas ganas tienes de
volver al lado de tus padres, hazlo, yo me quedo aquí.
-
Y
yo --
dijo Kendall sentándose al otro lado de Sophie
Sin embargo, Arthur no tuvo ocasión de
protestar, porque en ese momento escucharon una voz detrás de él.
-
¡Sophie! --
exclamó Rachell -- ¿Qué crees que estás haciendo?
-
Nada,
simplemente estaba cansada de estar de pie y vine a sentarme un rato
Pero Rachell se había olvidado que
estaba riñendo a su hermana, porque miraba de reojo a Dylan, y Sophie pareció
recordar sus buenos modales.
-
Es
mi hermana Rachell -- le dijo a los chicos que se habían puesto de
pie --
Rachell, ellos son Kendall y Arthur Arlingthon y Dylan Danworth
-
Encantado
señorita Saint-Claire -- dijo Kendall
-- y permítame expresar mis más
sentidas condolencias por el fallecimiento de su madre.
-
Gracias
milord -- dijo Rachell mientras hacía una breve
reverencia
Arthur le dijo aproximadamente la misma
cosa, mientras que Dylan apenas abrió la boca.
-
Señorita -- fue
lo único que dijo
Y no hubo tiempo para mucho más, porque
enseguida hizo acto de presencia Lady Danworth, saludó a los niños y le pidió a
su hijo que la acompañase.
-
¿Podrías
hacerme el favor de acomodarte la corbata Dylan? -- le
susurró con ira -- Pareces un…
-
No
madre --
al interrumpió él -- no tengo ningún deseo de morir asfixiado.
Y zafándose del brazo de Helen se alejó
hacia las puertas de entrada.
-
Joseph --
dijo en cuanto estuvo al lado de su marido --
Creo que el señor James es del todo inútil.
-
¿Y
ahora qué sucede?
-
Mira
a Dylan, ni siquiera es capaz de vestir apropiadamente.
-
Helen,
tiene catorce años déjalo en paz
Pero a pesar del tono terminante de su
marido, ciertamente ella no tenía ninguna intención de dejarlo en paz.
No me gusta nadita el tío Louis!!! no creo que este ahí para algo bueno.
ResponderEliminarMe gusta la historia, a esperar el siguiente.
Hola Erika...
ResponderEliminarMe alegra mucho q te guste la historia y pues te doy la bienvenida a la misma :-D...
mmm, pues creo q hay buenas razones para q no te guste, ya q de entrada su comportamiento no fue el más cordial pero ya veremos más adelante qué papel tiene este individuo en la trama...
mil gracias por tomarte un minuto para dejarme tu opinión que es muy importante para los que escribimos... nos vemos en el siguiente... kisses...
El tio louis me da mala espina no me gusta nada de nada, la historia seve muy linda
ResponderEliminarBuen día Josefa :)...
EliminarSin duda el perfil inicial lo presenta como una persona nada agradable y más bien peligrosa, así que ya veremos que se trae entre manos este sujeto suponiendo que efectivamente tenga algún plan en concreto...
me alegra mucho que te lo parezca Josefa y espero q te siga gustando :-D...
mil gracias y nos leemos en el sig... kisses...
Eh aqui de nuevo :p jajaja chica de dnd sacas toda esa imaginacion eh? De nuevo te doy un 10 esta buena la historia mucha suerte, nos leemos a diario :)
ResponderEliminarHola de nuevo Keila :-D
EliminarBienvenida a esta otra historia :-) y me alegra mucho q te agrade... jajajaja, pues no lo sé pero las gracias sean dadas a quien corresponda por la mencionada imaginación :-D...
de veras muchas gracias por leer y espero q te siga gustando lo suficiente como para llegar al final :-)...
nos vemos en el siguiente Keila... kisses...