La
inhumación de Daphne Saint-Claire fue oficiada por un sacerdote anglicano que
no dejó de mirar con cierta desaprobación al ostentoso Cardenal Saint-Claire.
Phillipe permaneció de pie al frente del cortejo en compañía de sus hijas y una
vez finalizado todo, colocó una rosa sobre el promontorio de tierra y una
solitaria lágrima se deslizó por su mejilla.
A
pesar de que el suyo había sido un matrimonio concertado como era lo usual en
su época, siendo el menor de la familia había tenido cierta libertad para
elegir aunque fuese dentro de un reducido grupo de damiselas, y obviando el
hecho de que su esposa había sido un dolor de cabeza casi desde el inicio,
Phillipe en verdad la había querido.
Sus
hijas al igual que él, colocaron rosas o como en el caso de Cecile y Sophie,
sencillos arreglos con flores diminutas, luego de lo cual comenzaron a
retirarse. Anne-Marie tomó la mano de Sophie y la apartó concluyendo que su
padre quería quedarse allí solo un poco más. Pero aunque Phillipe agradeció en
silencio esa soledad, esta fue desagradablemente interrumpida por su hermano.
- Al menos pudiste tener la decencia de
dejarme oficiar el funeral, tal vez así la desdichada habría tenido…
- ¡Cállate Louis! -- exclamó -- Y
suponiendo que quieras conservar tu inútil vida, lárgate de una vez.
- Pero es tu asunto -- continuó
como si su hermano no lo hubiese interrumpido -- ella se irá al infierno que es donde merece estar
sin duda alguna y tú también por permitir todo lo que…
Tuvo
que callar muy de prisa cuando sintió la afilada hoja de acero en su cuello
que Phillipe había extraído de
donde siempre la llevaba, con extremada rapidez.
-
Si
llego a tener esa desgracia, te juro que voy a estar esperándote miserable,
porque sin ninguna duda ese es el lugar donde tú mereces estar, más que
cualquier otra persona.
Como
Louis sabía que su hermano era perfectamente capaz de cortarle el cuello sin ningún remordimiento, decidió callar por el
momento.
- Ahora lárgate antes de que decida
enviarte allí ahora mismo -- le dijo Phillipe empujándolo
- Nos volveremos a ver pronto
hermano -- le dijo cuando estaba a prudente distancia -- y
espero que para entonces te muestres algo más razonable
Phillipe
estuvo seguro de dos cosas. La primera, que lo que su hermano mayor entendía
por razonable, estaba en completa oposición a la interpretación que él le daba
a ese término. Y la segunda, que fuera la que fuere la razón por la que Louis
no tenía intenciones de alejarse, le traería una indecente cantidad de
problemas. Sin embargo, se prometió a sí mismo que en esta ocasión se
aseguraría de que Louis no consiguiera sus propósitos.
Phillipe
Saint-Claire era aparentemente un hombre tranquilo, pero no había nada más
alejado de la realidad, porque no solo era violentamente explosivo sino que
además era sumamente peligroso, algo que habían tenido oportunidad de comprobar
diferentes individuos a lo largo de su desastroso matrimonio y lo que
finalmente ocasionó su exilio.
Cuando
los Arlingthon regresaban a su carruaje, Kendall se separó de sus padres y se
acercó a Sophie que seguía de la mano de su hermana.
- Permiso -- dijo
al llegar frente a ellas -- Ya nos marchamos y solo quería despedirme -- parecía
querer decir algo más pero no lo hizo -- Adiós Sophie
- Adiós Kendall, y muchas gracias -- dijo
la niña
- Señorita Saint-Claire -- dijo
mirando a Anne-Marie quien hizo una ligera reverencia
Más
allá, sus padres lo miraban con algo de preocupación pero no dijeron nada y en
cuanto estuvo de vuelta subieron a su carruaje.
Los
Danworth se habían marchado primero y desde que salieron y durante todo el
viaje a casa, Helen fue destilando su veneno en relación a todos los asistentes.
-
Verdaderamente -- decía -- esa
mujer no tiene ni la más mínima idea de lo que es el buen gusto
- Estábamos en un funeral Helen, no en un
desfile de modas.
- Y en cuanto a ese hombre -- siguió
ella sin prestar atención a su marido --no
debe apreciar gran cosa su vida como para venir aquí y pasearse vestido de esa
manera. No creo que John Whitgift [1] apruebe su presencia y apuesto
cualquier cosa…
- Sería más prudente que cerraras la boca
Helen -- dijo Joseph con exasperación -- la política no se hizo para las mujeres.
- Me gustaría saber qué opina nuestra soberana
de eso -- dijo ella
- Ella es la reina y tú no.
- En cualquier caso ese hombre es
espeluznante y es obvio que el pobre Lord Saint-Claire estaba de lo más
incómodo.
- Helen, “el pobre Lord Saint-Claire” es
perfectamente capaz de defenderse y no son asunto tuyo sus problemas
familiares.
- De los que tiene muchos. Imagínate,
cinco hijas y ningún heredero, eso es una desgracia y evidentemente Lady
Saint-Claire tenía mucho talento para procrear pero ninguno para…
- ¡Helen!
A
pesar de que Joseph Danworth era un hombre frío y calculador acostumbrado a las
intrigas cortesanas, la desmedida capacidad de su mujer para destruir, a veces hacía
que se sintiese enfermo.
- Esa mujer acaba de morir, así que deja de
hablar de ella -- dijo Joseph
- En un momento muy inconveniente si me
preguntas, la hija mayor está a punto de ser presentada en sociedad, de manera
que tal vez Lord Saint-Claire aprecie un poco de ayuda. Para su buena fortuna
todas son agraciadas, falta ver que hayan recibido una educación apropiada,
aunque en lo que respecta a la más pequeña creo no fue así y por cierto -- dijo
mirando a su hijo -- tú y yo tenemos una conversación pendiente
jovencito.
Dylan
había permanecido en silencio durante todo el viaje de vuelta a casa como casi
siempre en presencia de sus padres, ya que no tenía nada qué conversar con
ellos y ciertamente, al igual que su padre, pensaba que su madre tenía un
especial talento para destruir la reputación de las personas con sus
malintencionados comentarios. Si hubiese sabido en ese entonces, a cuántas personas había hecho la vida
miserable hasta el punto de hacerlos encarcelar o ejecutar, él mismo la habría
hecho ahorcar. Pero por el momento, todo lo que sabía era que no quería
escucharla más y agradecía que ya hubiesen llegado a su casa.
- Tal vez tú lo consideres así
madre -- le dijo abriendo la portezuela sin esperar a que el
mozo lo hiciera -- pero yo no.
Y
sin mirar atrás prácticamente se tiró del carruaje y subió a toda prisa, quería
deshacerse de aquel “disfraz” lo antes posible.
- ¡Joseph! -- exclamó
Helen, mientras el mozo abría la portezuela de su lado -- tienes
que hablar con él, no puede tratarme de ese modo.
- Tal vez sería conveniente que le dieses
motivos para que te tratase diferente -- dijo él mientras la ayuda a bajarse
Helen
no estaba segura de haber comprendido las palabras de su marido, pero algo
había que hacer con aquel chico, porque pronto debían comenzar a buscarle
esposa y si ni siquiera podía comunicarse con él, iba a resultar en extremo
difícil. Mientras que Joseph no resentía para nada el trato brusco que Dylan le
dispensaba a su madre, porque si bien era cierto que Helen no era ni mejor ni
peor que la mayoría de las damas que él conocía, ciertamente esa misma mayoría,
por lo menos le demostraba más afecto a sus hijos de lo que ella le había
demostrado nunca al suyo, y en su opinión, eso tarea de las madres y no de los
padres. Y por otro lado, pensaba que su hijo tenía el carácter apropiado para
convertirse en el próximo Duque de Livingstone.
El
invierno afortunadamente había llegado a su fin y ya se veían los primeros
brotes de plantas en la tierra que anunciaban la llegada de la primavera, pero
con esto también llegó una preocupación para Phillipe. Se acercaba la
presentación en sociedad de Anne-Marie, y sin su esposa aquello lucía como una
tarea ímproba. Llegó a considerar incluso la posibilidad de enviar a Anne-Marie
a Francia y que su cuñada, la esposa de Maurice, se encargara del asunto, pero
tampoco le agradaba la idea de separarse de ninguna de sus hijas. Sumado a
esto, Phillipe comenzó a recibir invitaciones a reuniones, comidas y veladas
musicales que pronto se dio cuenta tenían un solo fin. Él era un viudo joven, apuesto,
de inmejorable posición y que ostentaba un título nobiliario que debido a la
ausencia de un heredero, corría el riesgo de perderse, de modo que todas las
mujeres de los alrededores, parecían haberse dado a la tarea de conseguirle una
esposa.
Anne-Marie
por su parte, aunque había soñado con aquel día, ahora estaba seriamente
preocupada. Amaba a su madre y le dolía mucho haberla perdido, pero estaba
consciente que sin una presentación apropiada, sus posibilidades de conseguir
un buen matrimonio se reducían mucho, y teniendo en cuenta que para eso eran
preparadas las jóvenes, era natural que estuviese tan preocupada. Razón por la
cual decidió que había llegado el momento de hablar con su padre, ya que ella
no había olvidado el ofrecimiento de Lady Danworth.
Sophie
había reanudado sus paseos por el Bosque y con frecuencia se encontraba con
Kendall y con Dylan, de modo que había llegado a hacerse amiga de ambos. Al
principio Dylan se mostró sumamente reacio a aceptar su compañía, diciendo que
salía a divertirse y no a cuidar niños, pero con el tiempo notó que Sophie era
una chica muy lista y que a pesar de ser niña, exhibía inteligencia y rapidez
aparte de una especial habilidad para curar las heridas que solían hacerse con
extremada frecuencia. También descubrieron que la chica sabía leer, algo en
verdad sorprendente dada se escasa edad.
Otra
cosa que los chicos descubrieron y de lo que ya tenían una cierta idea, era que
los animales parecían obedecerla. Siendo como eran unos niños aún, aunque les
parecía sorprendente, se habituaron a ello hasta el punto de encontrarlo
natural. Pero con todo, Sophie seguía llevándose mejor con Kendall que con
Dylan y en una oportunidad casi rompe sus relaciones con el chico en forma
definitiva, a raíz de un comportamiento que le pareció en extremo salvaje de
parte de él.
Una
mañana, Sophie estaba recogiendo flores y como había sido costumbre a lo largo
de su corta infancia, estaba acompañada por Tommy, el hijo del palafrenero de
su padre. Sophie a diferencia de sus hermanas, siempre se había llevado bien
con los hijos de los sirvientes, actitud muy criticada por sus hermanas, pero
los consideraba sus amigos y ni siquiera las charlas sostenidas con su padre
para que modificase aquella conducta, habían logrado hacerla desistir.
El
día en cuestión, Sophie reía por algo que le había dicho Tommy cuando perdió el
equilibrio y él la sostuvo, justo en ese momento hicieron acto de presencia los
chicos.
- ¡Quítale tus sucias manos de
encima! -- exclamó Dylan
Aunque
ninguno de los dos conocía al muchacho, les bastó con mirarlo para saber que
era un sirviente, de modo que reaccionaron en consecuencia, porque si bien
Kendall no había dicho nada, se había ido derecho hacia ellos y prácticamente
arrebató a Sophie de los brazos del chico.
- ¡Dylan! -- dijo
la niña con disgusto -- No tienes por qué tratarlo de ese modo, Tommy es mí…
- No se preocupe señorita
Saint-Claire -- la interrumpió Tommy perfectamente consciente de lo
que sucedía
- ¿Señorita Saint-Claire?
Sophie
se liberó de Kendall y tuvo la intención de acercarse a Tommy, pero Dylan se lo
impidió.
- No tienes nada qué hacer aquí -- dijo
Dylan -- Vuelve a las caballerizas o a cualquier lugar donde
desempeñes tus actividades.
-
Él no va a ningún lugar -- dijo
Sophie ya furiosa -- él es mi amigo y se quedará exactamente donde está
- ¿No me has escuchado? -- preguntó
Dylan ignorando a Sophie
- Lo siento milord, pero si la señorita
Saint-Claire no me ordena…
El
asunto fue que no pudo concluir, porque Dylan le propinó un violento puñetazo.
Aunque Tommy había nacido y crecido sabiendo que pertenecía a una clase que le
debía obediencia a sus señores, aún era un chico. De modo que reaccionó como
cualquier chico lo habría hecho, devolviendo el golpe. Aquello por supuesto
había terminado muy mal, porque a pesar de que Dylan le propinó una despiadada
paliza a Tommy, él mismo no salió ileso, de manera que cuando llegó a su casa
con un ojo morado y el labio sangrante, tanto su madre como su padre montaron
en cólera al enterarse de la razón, lo que desembocó en la rápida salida de
Lord Danworth con rumbo a la propiedad de los Saint-Claire y una vez que
Phillipe lo recibió, le exigió el inmediato castigo del supuesto agresor.
A
Phillipe le llevó algún tiempo tranquilizar al enfurecido sujeto y finalmente
le dio su palabra de que el chico sería castigado como correspondía. A pesar de
que Phillipe Saint-Claire era un hombre bastante justo, seguía siendo un
individuo por cuyas venas corría la noble sangre de sus ancestros, por lo tanto
tenía el mismo pensamiento de su vecino con relación a la posición social y al
sistema de clases. Durante mucho tiempo había tratado con condescendencia la
manía de su hija menor a relacionarse con los hijos de los sirvientes, pero
juzgó que ya había llegado el momento de ponerle un alto a aquello, porque
aunque Danworth no había mencionado a su hija porque en realidad Dylan no había
dicho a su padre que la niña estuviese involucrada, el hecho de que hubiese
ocurrido aquello, lo hizo pensar de nuevo en las relaciones de Sophie con los
hijos de la servidumbre.
El
padre de Tommy había sido llamado e igualmente se le exigió que castigase a su
hijo por haber tenido la osadía de golpear al joven Lord Danworth, y además le
hizo saber que debía ordenar a su hijo que suprimiera todo contacto con la
señorita Saint-Claire. Del mismo modo, llamó a la señora McGrath, el ama de
llaves, y le ordenó advertir a toda la servidumbre que mantuviesen a sus hijos
alejados de la niña.
Sophie
nunca entendió por qué de pronto todos sus compañeros de juego, que no eran
muchos además, se habían alejado. Algunos desaparecieron por completo y otros
como Tommy, a quien tardó aproximadamente un mes en volver a ver, ahora nunca
tenía tiempo para jugar con ella y evitaba hablarle tanto como era posible. De
modo que aunque tardó mucho en perdonar a Dylan, finalmente terminó por
hacerlo, porque ellos dos fueron los únicos amigos que le quedaron.
Por
fortuna para Sophie, su nombre nunca salió a relucir en el problema, porque de
haber sido así, lo más probable habría sido que tanto los Danworth, como los
Arlingthon, hubiesen prohibido a sus hijos que continuasen con aquella relación
que no sería considerada apropiada, aunque a la luz de los acontecimientos
futuros, tal vez habría sido lo más conveniente.
Ay deseando el proximo capitulo aver que pasa
ResponderEliminarBuen día Josefa :-)...
Eliminarespero q te haya gustado el capítulo de hoy...
gracias seguir acá :-)... nos leemos en el siguiente... kisses...
Muy bueno el capítulo, pobre Sophie ya no puede jugar con sus amigos :(.
ResponderEliminarEse Dylan un poco agresivo con Tommy, creo que en el fondo le gusta Sophie!!!
A esperar el siguiente, besos...
Buenas tardes Erika...
Eliminarque bueno tenerte de nuevo por acá :-)...
:'( pues sip, eso fue triste...
le tocó duro al pobre Tommy :-/... en cuanto a Dylan, pues quien sabe, jajajajaa, ya veremos ;-)...
gracias Erika... nos leemos en el siguiente... kisses...